XUxn padre preocupado da vueltas por una cocina, coge una silla y se sienta mientras que, nervioso, empieza a decir: "Verás...quería hablar contigo. Bueno, tú ya estás en edad de salir... de divertirte... pero puede ocurrir que... vamos... que lo que te quiero decir es que... que tienes que tomar precauciones". Pero al otro lado de la mesa no hay nadie que escuche sus consejos.

Así empieza la campaña del Ministerio de Sanidad que hace unos meses se comenzó a publicitar en televisión, cartelería, radio... Esta escena no es nueva. Un padre queriendo hablar con un hijo, que suele huir de ese mal rato , un hijo con preguntas que no se atreve a hacer a un padre y que si llega a materializarlas, produce desconcierto en su progenitor. El sexo sigue siendo un tabú, un tema que crea muchas barreras a la hora de ser tratado, tanto por parte de unos como de otros.

Pero la realidad está ahí, lo vemos cada día. Los abortos han aumentado un 55% en los últimos cinco años. En cifras concretas, 75 millones de embarazos no deseados en todo el mundo, de los que 45 millones son interrumpidos de forma traumática, están producidos por una deficiencia en educación sexual. Pero también hay otros grandes riesgos, que suelen ser infravalorados en las relaciones sexuales de riesgo o sin protección. Son las enfermedades de transmisión sexual: herpes genital, sífilis, gonorrea... Aunque, sin duda, de entre todas ellas, el sida es la más grave.

Hoy en día no es discutible. Es necesaria la educación sexual. El debate se abre cuando se habla de quién debe llevarla a cabo. ¿Los padres? ¿Los maestros? ¿Los profesionales sanitarios? No es algo de lo que debamos huir. Precisamente en esta materia, cada uno tenemos algo que aportar a aquellos que están pasando por la misma experiencia que superamos nosotros hace algunos años. Hay que naturalizar el sexo, porque forma parte de nuestra faceta de seres humanos. Los padres, en el papel que les corresponde, no deben renunciar a fomentar unos principios éticos y morales en sus hijos para que éstos puedan desarrollarse como personas dentro de la sociedad. Pero tampoco podemos olvidar el gran recurso con el que cuenta la comunidad a la hora de educar a estos adolescentes no ya sólo en sexualidad, sino en conductas saludables que hagan de ellos en un futuro ciudadanos sanos. Estos profesionales son los de Enfermería.

La inmadurez y poca formación sobre las consecuencias, problemas y efectos secundarios a los que pueden conducir las relaciones sexuales indiscriminadas, unidas al componente tabú que acompaña a la sexualidad, hacen que el inicio de las relaciones sexuales pueda tener consecuencias permanentes en la salud física y mental de la persona. Sin embargo, si se encauza el conocimiento sobre el tema desde edades tempranas, el desarrollo psicológico logrado en ellos hará que el sexo sea cada vez más seguro entre nuestros jóvenes. Y las enfermeras juegan un papel fundamental dentro de este proceso. La formación del profesional enfermero, tanto en anatomía-fisiología, como en prevención de ETS, métodos anticonceptivos, psicología, etcétera, así como su cercanía a la población y su función de promotor de la salud hacen que su labor educadora esté fuera de toda duda.

La propia Organización Mundial de la Salud, en su Estrategia Salud XXI, destaca la importancia de aplicar políticas educativas que fomenten la Educación para la Salud en los colegios e institutos mediante programas específicos que integren, entre otros temas, la educación sexual y la prevención de los embarazos en adolescentes. También añade que la interacción de padres, profesores y servicios sanitarios, en los que destaca la Enfermería por su labor educadora en salud, posibilitará la consecución de estos objetivos. Entre todos podemos. Contemos con la Enfermería para ayudar a educar a los adolescentes. También en sexualidad.

*Secretario Autonómico de SATSE