Si los hombres y mujeres tenemos los mismos derechos, ¿por qué continuáis reivindicando la igualdad? Pedís mucho para las mujeres, ¿y para los hombres, qué? Estas preguntas y otras similares han ido surgiendo hace apenas unos días en los diferentes actos de la campaña desarrollada por CCOO en las semanas previas a la celebración del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujeres.

Hoy esas preguntas nos sitúan ante una de las evidencias de mayor arraigo social: la de la igualdad conseguida. No se cuestiona ya que mujeres y hombres tengan los mismos derechos, como ocurrió con las primeras reivindicaciones feministas y laborales, sino que parece generalizada la idea de que conseguida la igualdad formal, las condiciones de vida y trabajo de las personas dependerán de sus capacidades o posibilidades, no de su pertenencia a uno u otro sexo o a su posición de clase.

Esta evidencia, opacidad de género, supone un freno para la construcción de una sociedad más igualitaria al ocultar una realidad histórica y compartida por miles de mujeres: la desigualdad social por razón de sexo.

Por supuesto que ya podemos hablar de importantes avances en materia de igualdad. Así lo pone de manifiesto la gradual presencia de las mujeres en el ámbito público, en el empleo mayoritariamente y que está generando cambios importantes en todos los ámbitos de la vida: social, familiar, laboral, político, etcétera. Cambios que avanzan hacia una sociedad más ajustada a la igualdad real.

XSIN EMBARGOx, la opacidad de género en la que se educan todavía miles de jóvenes, junto a las brechas de desigualdad que persisten entre mujeres y hombres en el ámbito público y privado, nos devuelve al punto de partida: la necesaria toma de conciencia de que las desigualdades existentes entre mujeres y hombres no tienen su origen en las diferencias biológicas, sino en la construcción social de esas diferencias. Es decir, que por el hecho de ser varón o mujer se asignan funciones y roles sociales diferenciados produciendo una desigualdad y discriminación que, históricamente, ha incidido sobre las mujeres.

Esa toma de conciencia, que debe mucho al trabajo y aportaciones de los movimientos feministas (desconocidos y tan denostados una vez más), tuvo entre otras consecuencias la definición de igualdad de género y la implementación de las políticas de igualdad. Estas se articulan en torno a instituciones y/o marcos legislativos. Ejemplos paradigmáticos son el Ministerio de Igualdad y la Ley Orgánica 3/2007, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres. En nuestra región, por la futura Ley de Igualdad de Extremadura y sin lugar a dudas, la futura Ley de Educación.

La primera, la Ley de Igualdad, deberá ser la mejor estrategia para consolidar el valor de la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres en todos los ámbitos de la vida. La Ley de Educación, para promover desde la base actitudes igualitarias que afiancen valores de convivencia democrática y de justicia social en la ciudadanía de hoy y de mañana.

Ambas leyes son, serán, fruto del diálogo social. Desde CCOO de Extremadura apostamos por el diálogo social y la negociación colectiva como instrumentos idóneos para la promoción del cambio hacia una sociedad más igualitaria. Por ello, en el desarrollo de políticas públicas de igualdad de género el diálogo social adquiere una significación importante. Así lo hemos dejado patente en el Plan de Fomento y Calidad en el empleo 2008-2011, a través del cual se fomenta la elaboración e implementación de Planes de Igualdad en las empresas extremeñas no obligadas por la ley, o el recién firmado Pacto Social y Político, hoja de ruta del desarrollo económico regional a medio y largo plazo. Detengámonos un momento en él.

El Pacto Social y Político nace con el objetivo de impulsar reformas estructurales que permitan el cambio de patrón de crecimiento actual hacia una economía globalizada y sostenible y avancen hacia una sociedad extremeña más justa y democrática. Estos son los valores sobre los que se sustenta y que afianza uno de los principios, en mi opinión, con mayor poder de cohesión social: el valor del trabajo estable e igualitario.

Para nuestra organización, la futura Ley de Igualdad deberá asegurar la transversalidad de género en todas las políticas públicas si realmente se asume el compromiso de avanzar en la construcción de una nueva sociedad extremeña, para lo que la ley debería pivotar en torno a los siguientes ejes: Igualdad para un desarrollo económico inclusivo; la igualdad para la democracia plena; la igualdad para la convivencia y la cohesión social y la igualdad de oportunidades en la construcción de la Sociedad de la Información y el Conocimiento.

Pasado el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujeres, CCOO renovó su compromiso con la eliminación de todas las formas de discriminación contra las mujeres y mantiene viva la reivindicación de la igualdad de género como guía para alcanzar una sociedad más justa e igualitaria. Cambia tu mirada. La igualdad de género cambia la sociedad y el empleo .

*Secretaria de Mujer de

CCOO de Extremadura.