Maquillar las cifras, montar un decorado de diálogo de cartón-piedra, vestir el escenario de falsedades, todo esto es lo que hace la Junta para no ofrecer la realidad de los datos, para que la población extremeña estemos confiados y el Ministerio nos deje pasar de fase. Por eso se contabilizan unos casos sí, unos casos no, como ha ocurrido esta semana, que aún están sin incluir en el listado de positivos los 11 anunciados por el alcalde de Malpartida de Plasencia.

Y por eso ahora tenemos dos variables diarias, la de casos positivos y la de «casos sospechosos», cuya última cifra ha sido 208 en un solo día. Y son sospechosos porque se les ha diagnosticado por los síntomas que presentan, pero no porque se les haya hecho el test a los que tienen derecho y con los que estaríamos todos más seguros.

Este diseño de desescalada no nos ofrece ninguna seguridad sin test para todos, pero además, como el confinamiento parece haber funcionado, no tenemos lo que los expertos llaman «inmunidad de rebaño o grupo», que es la protección que posee una población ante una enfermedad infecciosa por la presencia de personas inmunes. En el caso de Extremadura, en la provincia de Badajoz solo el 2,6% de la población posee anticuerpos y en la provincia de Cáceres, el 3,7%. De esta forma, tampoco alcanzamos el objetivo que señalan los entendidos de conseguir una alta proporción de ciudadanos inmunes para impedir la transmisión del virus.

Pero todo esto realmente no parece importar y, para no ser menos que nadie, si el Gobierno plantea que el 25 de mayo comiencen a asistir a los colegios los alumnos de educación infantil, la Junta quiere que también vayan a las aulas los de educación primaria. Eso sí, sin preparación, sin protocolo regional para esa desescalada educativa y por supuesto trasladando la responsabilidad a cada uno de los centros educativos que serán los que tengan que pagarse sus medidas protectoras; cada uno las que consideren convenientes porque no hay una norma general establecida por la Consejera de Educación.

Mientras, el Gobierno de Sánchez a lo suyo, a distraer: que si la culpa de los muertos es de Madrid, que libertad para los presos de ETA, que prohibido llevar banderas de España, que vamos a inspeccionar a los agricultores que son unos explotadores, que vamos a acabar con la esclavitud... Indignidad y vileza son las palabras oportunas.

En esta gran obra creada por Moncloa cada uno tiene su papel, que no nos confundan, y al escribir esto, me ha venido a la cabeza la magnífica película ‘El Golpe’. ¿La han visto? Robert Redford y Paul Newman, acompañados de un número considerable de amigos, recrean una gran operación falsa con la que pretenden engañar a un mafioso. Lo hacen tan bien, con los tiempos calculados y cada uno poniendo empeño en la tarea asignada, que finalmente consiguen su objetivo: «el gran engaño».

*Ingeniero técnico agrícola y diputada del PP.