WCwuando cumple siete meses de Gobierno, Zapatero empieza a conocer las dificultades y las servidumbres del poder. En este periodo, en que el Ejecutivo ha tomado decisiones valientes, como la retirada de Irak, y ha puesto en marcha profundas reformas sociales, también ha exhibido desajustes y contradicciones en política económica y ha girado el calcetín en la política exterior quizá con innecesaria energía. Nadie debe extrañarse de que los cambios susciten oposición, porque un divorcio más fácil, el reconocimiento de los matrimonios gays o la abolición de la contrarreforma educativa del Partido Popular son asuntos de calado. Hay algunas resistencias --como la de los obispos, por ejemplo-- que demuestran que el Gobierno gobierna y aplica su programa. Otra cosa es un exceso de globos sonda o la descoordinación que reflejan las desautorizaciones de Solbes a algunos ministros. Del mismo modo, el giro en la política exterior se está produciendo sin el temple preciso. Es falso que España haya pasado de ser amiga de Estados Unidos a serlo de Chávez y Fidel Castro, pero la recuperación del europeísmo, con el alineamiento junto a Francia y Alemania, y el fin de la sumisión a Bush , no justifican deslices en otros ámbitos.