TUtn enigma más se ha venido a sumar a los muchos que ya acumulo. Son bastantes las cosas que no comprendo del mundo en que vivimos, más aún en la época con la que nos está tocando lidiar. Algunos de esos misterios provienen de la naturaleza misma de las cosas, que en su aparente solución tropiezan con un nuevo despropósito, o despropósitos con apariencia de soluciones, como el caso de Beppe Grillo . Lo veía venir.

El desencanto y el miedo llevó a muchos italianos a tirar por la calle de en medio alzando a la política a un señor que ha resultado, en el mejor de los casos, un soberbio que de política, y me temo que tampoco de democracia, sabe nada. Buscando la alternativa cayeron en el disparate. En España se ha tomado nota, o se está tomando. Gobierno y principal partido de la oposición se han sentado y, parece, tienen intención de seguir así, para alcanzar algunos acuerdos. No quieren que los españoles acabemos también buscando al Grillo o al Chiquilicuatre de la política. Aun falta mucho para que lleguen a los consensos que muchos ciudadanos les exigimos, pero se están dando los pasos. Quiero ver que avanzamos, no seguir en una espiral sin fin, o en un agujero del que no nos atrevamos a salir.

Me ha dado que pensar el enigma al que hoy me enfrento: las hormigas. A todas horas, en el camping en que estoy, en un enlosado cercano a la tienda, las veía entrar y salir de un orificio, afanadas en sus cosas. Eran muchas, activas, formando un largo reguero que atravesaba el seto y se perdía más allá del camino, pero esta mañana la hilera había desaparecido. Solo unas pocas entraban y salían del hormiguero. Cuando volví a mirar, ya no había ninguna. Se habían escondido todas dentro. Algo las ha asustado. Veo llegar nubes. Quizá se aproxime una tormenta. Y nosotros, me pregunto, si esto no da resultado ¿dónde nos guarecemos?