Enresa, la empresa nacional de residuos, pretende desde años situar a Extremadura como lugar o zona idónea para albergar el Almacén Temporal Centralizado (ATC) de residuos nucleares de media y alta actividad. Su propuesta de ubicarlo en las galerías de una vieja mina de uranio, abandona en la Sierra de Montánchez, contó con la oposición y la reacción furibunda de la población y de los vecinos de otros pueblos de la comarca. En la actualidad, en la plaza de Montánchez está colgada una pancarta que dice lo siguiente: "No al almacenamiento nuclear".

Este rechazo al cementerio nuclear se ha reabierto en la zona con el anuncio del Ayuntamiento de Albalá de presentar su candidatura y ofrecer terrenos para que se instale en su término el zulo con toda la porquería nuclear que se genere en España. Las intenciones de Enresa han reactivado la polémica porque el almacén de residuos radiactivos se pretende asentar en un municipio que está a pocos kilómetros de Montánchez, uno de los pueblos extremeños que esgrime tradición, fama y calidad de sus productos del ibérico y de sus vinos.

La estrategia de Enresa de colocar a Extremadura en el punto de mira, para colar en su territorio el almacén, ha contado con un aliado. El que fuera ministro de Industria, José Montilla , sacó ad hoc un pliego de condiciones para que los ayuntamientos pudieran burlar la previsible reacción negativa de las comunidades autónomas a esta construcción. De esta forma, el Ayuntamiento de Albalá, regentado por una alcaldesa independiente que no está sometida a la disciplina de los dos grandes partidos (PSOE y PP) de la región, ha reunido todas las cartas para responder a las intenciones de Enresa.

XNO DEJA DE SERx una sorpresa que ni ninguna comunidad autónoma, incluida la extremeña, se opusiese en su día con declaraciones políticas o con algún recurso en los tribunales (aunque la oposición fuese testimonial) a la norma que sacó el ministro Montilla. Ahora, en calidad de presidente de la Generalitat de Cataluña, dice que no quiere el cementerio nuclear en Vandellós. Y, además, Montilla ha mostrado su rechazo con los gestos, ademanes y palabras que a uno le recuerdan al Papa. El president lo ha dicho urbi et orbi y de forma infalible, porque no se equivoca y el cementerio no irá a Cataluña. La basura radiactiva que produce, que se la lleven otros.

Montilla no ha comprometido su permanencia en el cargo, si se instalase el ATC en Vandellós, como han hecho el presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara , y el presidente del Partido Popular de la región, José Antonio Monago . Ambos han dicho que se van, si el zulo nuclear se levanta en Extremadura. Detrás del gesto del presidente extremeño, Fernández Vara, hay que decir que le honra y caben dos reflexiones: debe tener la certeza de que Albalá no será la sede del futuro cementerio nuclear y, si no es así, se ha precipitado y el mismo ha puesto una condición a su carrera política.

De Monago cabe decir lo mismo en el plano personal, aunque el Partido Popular no mantiene en otras partes de España el mismo discurso que aquí. Por ejemplo, el PP extremeño ha apoyado su rechazo al ATC en la Asamblea, en el Parlamento Regional de Mérida. En cambio, en Castilla-La Mancha no ha hecho lo mismo, cuando el presidente José María Barreda llevó a las Cortes castellano-manchegas su oposición a que el cementerio nuclear se ubique en Yebra (Guadalajara) y en Villar de Cañas (Cuenca), dos municipios gobernados por alcaldes del Partido Popular.

Enresa está sacando provecho de su enredo de buscar en Extremadura una alternativa al saturado cementerio de El Cabril (Córdoba). Quiere que Albalá sea el sitio donde almacenar los bidones de residuos, con actividad radiactiva durante más de 300 años. Me contaba un día el fallecido Felipe Camisón , cuando era eurodiputado en Bruselas, que el problema del almacenamiento de los residuos nucleares se había tratado en el Parlamento Europeo. Me decía que esta institución era sensible a la preocupación y al debate abierto en la sociedad sobre los almacenamientos y, por eso, algún diputado había sugerido enviarlos a la luna. La propuesta fue rechazada por razones científicas y de tipo técnico.

El Ayuntamiento de Albalá está dispuesto a poner en riesgo la salud de sus vecinos y de la población extremeña, a cambio de un plato de lentejas. Enresa sabe que Extremadura rechaza de plano la instalación del zulo nuclear en su suelo, como rechazó en su día el presidente Rodríguez Ibarra que se construyese una segunda Central Nuclear en Valdecaballeros. Ibarra también comprometió su palabra ante el presidente Felipe González y le retó a que, si daba luz verde a la construcción, dimitiría como presidente de la Junta de Extremadura. A Ibarra le salió bien la jugada, pero, si a Enresa le salen sus planes, convertirá en cadáveres políticos a Fernández Vara y a José Antonio Monago, del que siempre diremos pudo ser y no fue.