No sé si se acuerdan ustedes de los Gremlins. Fueron unos personajes cinematográficos muy populares en las décadas de los 80 y 90. Al principio, eran unos bichitos adorables, de pelaje suave y facciones enternecedoras. Pero, si entraban en contacto con el agua, se transformaban en unos mostrencos horripilantes y sádicos. Fíjense cómo de caprichosa puede llegar a ser la mente humana que mi memoria me los ha traído al recuerdo al comprobar la virulencia que emplean Sánchez, Iglesias, algunos de sus ministros y ciertos dirigentes del PSOE y Podemos para desestabilizar al gobierno de la Comunidad de Madrid presidido por Isabel Díaz Ayuso. Probablemente, algunos de ustedes se cuestionarán la relación que pueda tener eso con los Gremlins. Yo, particularmente, lo veo tan claro que, si escucho las declaraciones de los miembros de la tropa de Sánchez e Iglesias por la radio, me los imagino como Gremlins secos y dóciles o remojados y fieros, según a quién se refieran. Si hablan de Díaz Ayuso segregan bilis, derraman palabras sulfúricas y vomitan exabruptos. Sin embargo, si se refieren a los nacionalistas, secesionistas y filoetarras se muestran tan suaves como el ‘borreguino’ aquel que anunciaba el suavizante de Norit. Si un etarra se suicida, se muestran apesadumbrados por su muerte. Si los separatistas promueven la transgresión de las leyes y la ruptura de la unidad nacional, apelan al diálogo y a la diversidad de España. Si los jueces condenan a los sediciosos promotores de la rebelión frente al orden constitucional, hablan de estudiar indultos o revisar el código penal. Todo con tal de tener contentos a sus socios, para que los atornillen al poder durante el mayor tiempo posible. En cambio, desde que la popular Díaz Ayuso tomó posesión como presidenta de la CAM, no han tenido miramientos con ella. La han atacado de manera inmisericorde y, a veces, de un modo verdaderamente miserable, difamando a familiares fallecidos, realizando comentarios machistas o empleando técnicas propias de los peores maltratadores psicológicos. No sé si el ensañamiento acabará surtiendo el efecto deseado por la izquierda, porque la potencia de fuego con la que cuentan, con sus infinitas terminales mediáticas, sindicales y políticas, no es desdeñable. Pero Ayuso, aun habiendo cometido errores, no ha hecho, en ningún caso, nada peor que el gobierno de Gremlins furiosos que España padece. Y eso, a estas alturas de la película, ya es un mérito del que puede presumir.