No hay mucha emoción en estas elecciones en lo que se refiere a los resultados locales. La batalla de Madrid se va a constituir en el primer gran fracaso personal del presidente Rodríguez Zapatero . Su candidato ganador, Miguel Sebastián , ni siquiera ha llegado a comparecer: en las calles de Madrid todavía no es perceptible ni su ausencia. Queda un poco de batalla en Canarias y en Baleares, donde la sopa de letras puede desplazar al PP con las emociones y dificultades que ya se conocen de esa extensa coalición. En Canarias, Juan Fernando López Aguilar tiene una opción de que su sacrificio de marcharse del Gobierno llegue a ser rentable. Navarra será el gran dolor de cabeza del PSOE: una posibilidad de gobierno envenenada porque los viejos fueros no tienen ganas de verse administrados por nacionalistas vascos. Barcelona es un bastión de los socialistas catalanes, con lo que el reparto de los grandes feudos está prácticamente hecho.

Tal vez por eso, Zapatero, al incluir la guerra de Irak en el vídeo de campaña, ha aceptado plantear estas elecciones como la primera vuelta de las generales, con ETA y Batasuna, como no podía ser de otra manera, como telón de fondo. El gran miedo del Gobierno es la reactivación del volcán de ETA. Los primeros indicios no son buenos: nuevas cartas de extorsión y reactivación de una kale borroka con agresiones y coacciones a los candidatos, incluyendo el intento de boicot de algunos mítines del PNV.

El Gobierno sigue resistiéndose a la escenificación de la firmeza frente a ETA. Tras los intentos infructuosos de interpretar las sentencias del Tribunal Supremo y del Constitucional en clave favorable a las iniciativas del fiscal general del Estado, al esgrimir la papeleta de ANV como propia, Pernando Barrena deja poco margen al Gobierno para evitar la ilegalización de este resucitado partido, que ha sido abducido por Batasuna. Los días que faltan de campaña son un compás de espera para el recuento de los votos. El día después será solo el comienzo de una interminable campaña electoral para las elecciones generales de las que estas son solo un primer acto.