Valentí Puig explica en Abc que "cada gran posguerra ha merecido su paisaje de ruinas y su periodo de incertidumbres". Ahora toca la hegemonía de EEUU, pero de una manera distinta, porque "en el gran estadio global no siempre un solo actor recita todos los papeles". El escritor mallorquín constata que mientras el poder militar es unipolar, "el poder económico es multipolar: Estados Unidos, UE, Japón y China en el horizonte". Pero hay un matiz indicador de que la hegemonía es dispersa: "Internet ha redistribuido el poder de la información y la aventura espacial ha proporcionado nuevos métodos para ver los detalles de la acción humana sobre el planeta desde un sistema de satélites con la precisión del microscopio". Y lo celebra: "Es una suerte que esos satélites puedan advertirnos de otro ataque de Bin Laden".

Manuel Vázquez Montalbán ha preferido, en su columna de El País, rastrear directamente el terreno con sus criaturas favoritas: "Carvalho y Biscuter estuvieron recorriendo algunas repúblicas islámicas exsoviéticas (...) y pudieron comprobar in situ el éxito de una dilatada estrategia norteamericana de islamizar Asia Central y Afganistán para combatir el marxismo y conseguir cabezas de puente controladoras de lo que queda de petróleo y gas natural". Pero con un islam del modelo turco ("la herencia de Kemal Ataturk será filtrada por el Corán en versión USA"), porque "la guerra de Afganistán no fue una caliente venganza, sino calculado correctivo al talibán hiperislámico, tan capaz de volar estatuas de Buda como gasoductos".