Hace unos días nuestros hijos nos sorprendieron con una circular de los obispos. En la misma, entre otras reflexiones, invitaban a los padres a matricular a sus hijos en la opción religiosa y manifestaban un cierto temor ante un posible recorte de sus privilegios. Nosotros queremos un modelo de escuela pública laica, en donde no tengan cabida los adoctrinamientos, ni la simbología religiosa de cualquier signo. Entendemos que las creencias religiosas forman parte del ámbito privado y, por lo tanto, la enseñanza confesional se ha de hacer al margen de la enseñanza obligatoria. De hecho, en nuestro colegio hay ya niños cuyos padres son musulmanes o de otras religiones (o de ninguna), y pensamos que el colegio no puede ir dedicando tiempo y recursos para satisfacer a cada una de las modalidades. ¿Qué pasaría si los musulmanes, los judíos, los ateos... pidieran cada uno un profesor y un horario específico para que sus hijos aprendieran su modalidad dentro del horario escolar? ¿Qué haríamos, suprimiríamos las clases de Matemáticas, de Historia, dejamos de comprar material escolar para destinar los fondos al mantenimiento de esas demandas? Sería absurdo. Los obispos se quejan cuando disponen de un amplio presupuesto aportado por todos para contratar a un personal que imparte unos contenidos que sólo ellos deciden. Los que están discriminados son los niños que no tienen la opción religiosa. Alguien tendrá que poner coto a este despropósito. ANGEL OLMEDO Y TRES MAS Mérida