Palabras, palabras, palabras. Sí, sí y sí el ambiente ha sido muy desagradable, como mínimo para todos los que tienen nacionalidad española y se han sentido atacados. Son muchos. Es lo que tiene la libertad de expresión que te puedes sentir ofendido, atacado, dolido, maltratado por la opinión del otro.

Sí, sí y sí tienen razón los abogados de los acusados en el juicio del denominado procés. Porque es seguro que sus defendidos son muy agradables, muy respetuosos, hablan muy bien, son educadísimos y tienen sus justificaciones y han ido a declarar cuando se les ha llamado, salvo algunos.

Y entiendo su indignación y sorpresa por cómo ha ido transcurriendo el proceso que ellos habían planeado con tanto cuidado, y entusiasmo, para hacer realidad el sueño de una república independiente de Cataluña. Se entiende. Faltaría más.

Incluso comprendo que con tantas palabras vertidas por periodistas, políticos, ciudadanos de todo ámbito y profesión... presentables y menos presentables, teman que exista una falta de garantías en el juicio que acaba de comenzar. Pero deben estar más tranquilos.

No es la opinión pública la que los va a juzgar, ni el poder ejecutivo, ni el legislativo, ni los medios de comunicación esos ya comenzaron hace tiempo y tienen sus veredictos. Es la libertad de expresión.

El juicio es el que comienza ahora. El del poder judicial, al que debieron obedecer desde el primer aviso a pesar de que no respondía a sus deseos. Lo entiendo, es lo que pasa cuando uno tiene un gran sueño... que ni escucha. Pero calma. Son profesionales de primer nivel, son jueces y saben abstraerse de los sentimientos y están preparados para soportar las presiones, por fortuna. No está en su ánimo deslegitimarse a sí mismos.

Así pues, que estén tranquilos. Los entiendo sin ser yo tan trascendente. Cuando aparco mal intento convencer al policía, le doy mil razones de mucho peso, que si otras veces he aparcado ahí y no me han dicho nada. Lloro, creo y siento que es una injusticia, que debería haber más aparcamientos, que tengo derecho, y todo en plan educadísima, y... palabras, palabras, palabras. El policía me multa. Dice que me he saltado la ley y que lo sabía. Pienso que es un cretino y que podía haber hecho la vista gorda como otras veces.

Entiendo a los acusados. Claro que no soy yo tan valiente, ni mis sueños son tan grandes. ¡Menos mal¡ * Profesora de Comunicación Audiovisual