Hace unos años leí que Miguel Bosé, ante la amenaza de decadencia y la huida de la frescura insultante de la juventud, se sometió a un reciclado total y uno de los pasos importantes del tratamiento había sido una cura de lengua. No me pregunten en qué consistía tal cosa, aunque era algo como cepillarse las papilas para eliminar toda impureza. La verdad es que después, en el espectáculo de Papito en Cáceres, el divo lucía resplandeciente, sin atreverme a aventurar el grado de responsabilidad de sus papilas en tal aspecto pimpante.

Tiene todavía el cantante lo que guarda de su capital genético, digno aunque algo ruinoso debido a la edad inclemente y, como favorito que fue de mi madre gracias a a aquellas entrevistas inteligentes y rompedoras en televisión, le tengo mucho cariño. Bien es cierto que los años no perdonan y también lo es que todos cuantos disfrutamos o padecemos, que esto daría para un largo debate, una edad similar, estamos mayores. He renunciado por tanto a saber qué tratamiento de lengua se hizo el Bosé, lo mismo que me resisto a que mi amable esteticista me someta a una terapia fetén consistente en pincharme con miles de microagujitas, bajo la promesa de que me va a dejar la cara tersa como la de Elena de Troya, pero que antes enrojecerá, picará y escocerá y que ya que me lo advierte luego no me queje. Y es que mi esteticista sabe lo pesada que puedo llegar a ser, sobre todo cuando se trata del enrojecimiento de mis mejillas. Renuncio por tanto a la promesa de un rejuvenecimiento coyuntural no vaya a ser que se me quede el color de Donald Trump, anaranjado chillón en toda la cara y blanco marfil alrededor de los ojos, con ese aspecto de oso panda rubio que distrae de las barbaridades que dice y hace.

Desde siempre quiere el ser humano descubrir el secreto de la juventud o detener el tiempo que erosiona. En estos años frívolos se sufre más que nunca para ello y se somete al cuerpo a agresiones constantes. Cuando no hay felicidad más envidiable que vivir los años con placidez y afrontar las huellas de la vida con serenidad y dignidad. *Profesora