Filólogo

Se veía venir. El virus no hay quien lo pare. No era suficiente con los soberanistas vascos, los independentistas catalanes, con que Fraga bramara por la nación percebeira o que Chaves clamara por los reinos de taifas. Lo más grave es que el virus ha llegado al corazón de nuestra ciudad: el barrio de La Cañada de Cáceres solicita la independencia.

Y eso no es lo peor. Lo peor es que los que somos cantonistas a natura, nos estamos quedando atrás. Pero desde aquí lo proclamo: ¡El Valle del Jerte independiente, ya!

Es necesario romper con la opresión de la autonomía extremeña; establecer una fiscalidad autónoma del cantón, relaciones de vecindad con Plasencia, una oficina delegada en Mérida, aduana en el puerto y el Banco Vallenato en Navaconcejo. El Jerte, puerto franco. Cada pueblo, será un pueblo-estado soberano, con independencia para negociar de tú a tú, no como un comerciante con otro, sino como una corte con otra corte, como una nación soberana con otra nación soberana, así Cabrero podrá negociar con Francia, Cabezuela con Italia, Piornal con Bruselas; estableceremos cónsules en Andalucía, Aragón, Castilla-La Mancha y Murcia; aranceles y tribunales propios; una Iglesia auctóctona que dispense de la misa en la cerecera, con sede episcopal en El Torno. No hay que contentarse, Buenadicha, con una parada del AVE en Tornavacas, hay que instalar un AVE propio: el cantón es un destino en lo universal escrito cerca de los luceros.

La política comercial se centrará en la zarzamora, el higo y el aguardiente de cereza, y seremos proveedores de la movida cacereña y estado amigo del barrio de La Cañada, a la que se proveerá, gratuitamente, para que aprenda Saponi y sus gentes, del aguardiente que necesiten.

Si Ibarra insiste en mantener la unidad de los países extremeños, tendrá que vérselas con el cantón en bloque en Regino . Y si se niega, el drama estará servido.