La documentación escrita hay que analizarla con cuidado y en su idioma original. No solo en traducciones, a veces antiguas, realizadas por traductores faltos, por necesidad, de la información proporcionada por los avances de investigaciones posteriores. Leyendo una y otra vez los textos árabes perdemos con frecuencia matices, porque no se redactaron para los historiadores de hoy, sino para las élites intelectuales de su tiempo. Es la Arqueología, los trabajos de los arqueólogos, no siempre excavaciones, quien viene en auxilio de los historiadores convencionales, aunque no sea ese su fin principal. Nuevos hallazgos permiten matizar antiguas afirmaciones y modernas interpretaciones historiográficas carentes de comprobación previa.

Todo lo escrito antes tiene un solo propósito: explicar que, en nuestra opinión -ya publicada en un medio científico, y no solo mía- la fase almohade de la Alcazaba de Badajoz no solo no concierne al total de la fortificación conservada -eso ya era sabido-, sino que, además no es única, ni se ejecutó en un solo momento. Ya sé que eso me obliga a corregir -mejor, a matizar- mis teorías anteriores. Estamos hablando de investigación histórica, no de excavación destinada a sobrevivir sin publicar seriamente y en medio científico. Pues bien, el Imperio Almohade, cuya organización era peculiar y cuya base inicial de actuación era africana y no andalusí, tendía a intervenir violentamente y en grandes oleadas discontinuas, dirigidas en general por el propio califa. El movimiento militar, que solía iniciarse en al-Ribat al-Fath, hoy Rabat, se apoyaba en Sevilla y se abatía, después, sobre la frontera leonesa o castellana del centro oeste de al-Andalús. Cuando conseguía triunfar sobre sus vecinos septentrionales, el ejército almohade se dedicaba a asegurar los territorios liberados, pacificados o conquistados, reforzando, reconstruyendo o levantando de nueva planta las fortificaciones que aseguraban el territorio.. Junto a las tropas, en aquellas grandes columnas viajaban arquitectos, cuya actividad se desarrollaba habitualmente en la corte -Marraqués- y cuyos modos constructivos eran oriundos, en general, de esa zona del actual Marruecos.