Maestro

Detener a un culpable cuando se ha condenado a un inocente es algo terrible, que pone en evidencia muchas cosas, entre otras, la facilidad con la que en nuestro país se producen juicios mediáticos paralelos (a punto he estado de escribir para lelos ) que, aunque no debieran influir en las decisiones judiciales, inciden en la presión sobre las investigaciones que, la mayoría de las veces, son lentas y dificultosas. Y dando gracias que aquí no tenemos pena de muerte, aunque para resarcir un solo día de la vida de una persona inocente pasado en prisión no hay dinero suficiente en el mundo. Vamos a cumplir veinticinco años dotados de una Constitución que garantiza nuestros derechos y, entre ellos, el de la presunción de inocencia hemos de interiorizarlo y hacerlo tan irrenunciable para nosotros como para los demás. Por eso cuando un ciudadano presenta denuncia de acoso o amenaza ante la policía espera la solución a su problema y no es de recibo que quien te está tomando nota te diga que como no hay hechos el juez la tirará a la basura, o que critique que pretendas poner el parche antes de la herida. Pues claro que sí. Todos preferimos el pache a la sangre. Hasta trece denuncias desestimadas precedieron a la muerte a martillazos de una de las más de medio centenar de mujeres que han muerto en lo que va de año, a manos de quienes un día les dijeron que las querían. Una sola muerte es excesiva. De cualquier forma, hay que mejorar la seguridad ciudadana, la policía debe ser amable y cercana al ciudadano, transmitirle confianza y seguridad. Por su parte, la justicia ha de ser eficaz. No es de recibo que obtengan la libertad delincuentes que han superado los períodos de prisión preventiva porque se dilata sine die la instrucción de las causas. El incremento de la delincuencia es una verdad como un templo, la carencia de efectivos policiales es un clamor de las fuerzas de seguridad, y el colapso judicial es impresentable. Luego, en elecciones, prometerán soluciones.

Por lo demás, la calle sigue esperando el arreglo. La señora Julia disfruta paseando al sol otoñal por la nueva acera de la calle Hornos. ¿Cuándo podrá hacer lo mismo la señora Manuela por la Cornudilla? Esperemos que más pronto que tarde. Este verano prolongado y la llegada de los estudiantes mantienen a la ciudad bullanguera, prolongando la vida de las terrazas y animando a los turistas a seguir visitándonos. Parece ser opinión generalizada que llevar la movida al hípico está bien. Además de la queja de algunos hosteleros que han visto mermadas sus ganancias, parece que ha habido defectos en la adjudicación y explotación. Si ha sido así habrá que señalar al culpable con los datos en la mano, porque los errores generan desconfianza y, en la vida política, el acusar sin pruebas conduce al hartazgo de los ciudadanos.