TLtos dos grandes partidos de Extremadura y Comisiones Obreras han coincidido días atrás en apuntar la necesidad de reflexionar sobre qué es lo que está pasando con la Educación. CCOO ha pedido "un debate en profundidad" entre la Junta, los agentes sociales y las fuerzas políticas; el PSOE va a presentar una proposición no de ley en la Asamblea para que se constituya un grupo de trabajo dentro de la Comisión de Educación, con el fin de propiciar el "necesario debate" sobre la reforma educativa. El PP también ha pedido "un pacto de mínimos" para abordar los problemas urgentes.

El presidente de la Junta ya puso ese debate encima de la mesa en la toma de posesión de la nueva consejera del ramo, Eva María Pérez , la cual se comprometió a analizar por qué la región es de las primeras en fracaso escolar de España. Y con anterioridad a estos pronunciamientos los periódicos regionales ya venían recogiendo opiniones e informaciones sobre la urgencia por abordar algunos problemas relacionados con la Educación.

Existe, por tanto, un extendido consenso acerca de la necesidad de que eso que se denomina "comunidad educativa" y la sociedad extremeña en su conjunto se pregunten cómo está la Educación en la región y qué hay que hacer para mejorarla.

Sin embargo, no ha sido fácil sacar al escenario de la opinión pública la controvertida situación por la que pasa la Educación. Y es que demasiadas veces en Extremadura cuesta hablar de los problemas. Existe una bien armada red de resistencias a abordar asuntos que son de extraordinaria importancia --a ver quién no sitúa la Educación entre las primeras preocupaciones de cualquier sociedad--, pero que resultan incómodos de discutir, un engorro sacar a la luz porque a quienes lo hacen les apuntan con el dedo... Esto, ya digo, ha pasado con la Educación, que todo el mundo sabía que estaba mal y pocos eran los que se atrevían a manifestarlo.

No hace muchas semanas, la escritora y profesora extremeña Pilar Galán escribía en estas mismas páginas un artículo en el que señalaba que con la Educación en Extremadura ocurría lo mismo que en aquel cuento en el que nadie se atrevía a decirle al rey que iba desnudo, por muy evidente que fuera para todos su desnudez. Y, sin embargo, es tan sencillo verlo. Basta con preguntar a cualquier escolar extremeño qué hace en su clase con los ordenadores que ha puesto la Junta para que el niño, con las palabras más sencillas, desmonte --o en el mejor de los casos, ponga en entredicho-- la idea más publicitada de los últimos años en la educación de los extremeños. Porque con los ordenadores se trabaja poco o nada. Se juega. Se entra en internet, pero se aprende muy poco con ellos. Esto no es que sea necesario decirlo. Es absolutamente necesario tenerlo en cuenta para intentar retomar el camino y enderezar el entuerto que hasta ahora ha constituido la masiva instalación de ordenadores en las aulas. Y los ordenadores son sólo un aspecto del fracaso. Hay más: la indisciplina en el aula, la desmotivación del profesorado; los exámenes extraordinarios cuya fecha se ha dicho que se va a estudiar de nuevo; la jornada escolar... Es una pena que asuntos como éstos empañen otros logros habidos tras la asunción de competencias, como es el aumento de la red de centros.

No hay, por tanto, que desaprovechar la ocasión. Asta debe ser la hora de la Educación en Extremadura. Porque hay sobre qué discutir y todos los sectores están dispuestos y consideran necesario hacerlo. Es la hora de asumir errores y de superarlos.

Se ha criticado la bisoñez de la nueva consejera. Estimo que es una crítica injusta. El anterior consejero de Educación, Luis Millán Vázquez , fue, posiblemente, el hombre que más empeño y trabajo puso en el gran proyecto de crecimiento de la Universidad de Extremadura de hace un lustro. Vázquez, antes de llegar a la consejería, era un hombre experimentado como pocos en ordenación universitaria. Pues bien, yo no sé si hoy, a la vista de cómo se ha hecho y qué consecuencia está teniendo para la Uex aquella decisión, volvería a impulsarla. Los hombres con experiencia también se equivocan. Lo importante en la Educación no es la experiencia de la nueva consejera, sino su voluntad de mejorarla. Y esa es una actitud no sólo --ni más-- al alcance de los experimentados, sino de los trabajadores. Y aquí hay mucho trabajo.