Como reza el dicho, los papables han salido del cónclave cardenales. Por el contrario, el nuevo Papa no figuraba en un lugar muy destacado en las especulaciones. La elección del cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio ha sido una sorpresa, pero no será la última. El nombre escogido por este jesuita, Francisco , inexistente en la larga lista de papas, es indicativo de su personalidad, la de la simplicidad, la humildad, la de un hombre que no ama lo que él mismo ha llamado en el pasado la "mundanidad espiritual", que ha estado próximo a las villas miseria argentinas, que incluso viajaba en metro. Será, por tanto, un Papa que habrá vivido de cerca la realidad de la mayoría de los creyentes y que representa las enseñanzas evangélicas, que es de lo que se trata.

Después de Juan Pablo II y Benedicto XVI , Francisco I es el tercer papa no italiano y el primero procedente de América Latina --tradicionalmente un enorme granero de feligreses católicos--, lo que marcará sin duda un cambio de perspectiva en el Vaticano. En este sentido, el futuro puede deparar mayores sorpresas cuando el nuevo Papa se enfrente a la tarea imprescindible y urgente de reformar la curia y demás instituciones vaticanas. Como recordatorio de uno de los problemas que ha creado un gran desprestigio a la Iglesia, ayer mismo la archidiócesis de Los Angeles acordó pagar unos siete millones de euros a cuatro hombres que denunciaron haber sufrido abusos sexuales por parte de un sacerdote cuando eran niños.

La inesperada elección de Bergoglio tras cinco escrutinios y sus 76 años de edad pueden indicar dos cosas, o bien que se trata de un Papa de compromiso ante la falta de unidad o que nos encontramos ante un Papa de transición. En cierto modo, Francisco I en su aparición en el balcón del Vaticano recordaba las grandiosas figuras de Juan XXIII o a Juan Pablo I, que fueron papas escogidos de este modo. El primero dio sorpresa tras sorpresa. Al segundo le sorprendió la muerte.

La Iglesia se define como universal y, por tanto, además de las ya mencionadas el nuevo Papa deberá afrontar cuestiones diplomáticas muy espinosas como las relaciones con China, Vietnam y algunos países musulmanes, en particular Arabia Saudí. La visión que pueda tener del mundo un Papa venido de América Latina puede ofrecer muchas facilidades. Francisco I, además de la humildad franciscana, necesitará sin duda la dureza ignaciana.