XLxa empresa española Endesa, que cotiza en Wall Street y Frankfurt entre otras plazas, con inversiones estratégicas en Iberoamérica, se enfrenta a una OPA de la alemana E.on, en medio de la controversia provocada por una opa anterior de la hispanocatalana Gas natural. La opa de E.on no puede ser más inoportuna para el calendario político del gobierno, cuya reacción se inspira en la doctrina de los campeones nacionales esgrimida por el Gobierno francés. Tiempo atrás el primer ministro Villepin , desde el nacionalismo conservador, declaraba que la "independencia energética es un reto estratégico para Francia". De este modo justifica la intervención a favor de los campeones nacionales , donde, afirma, el Estado francés nunca perderá la minoría de bloqueo. El veto estratégico o patriotismo económico ya impidió que la americana Pepsi.co opara a Danone. Por supuesto, Villepin no pone objeciones a que la eléctrica francesa EDF, con el Estado como accionista de referencia, esté presente en siete países de la UE, o que Danone sea dominante en un sector tan estratégico de la economía española como el agroindustrial. Lo contrario, fomentará el crecimiento, las opas, las fusiones y cualquier vía de penetración de las empresas francesas en esos mercados. ¿Contribuyen los campeones nacionales al mercado interior único, valga la redundancia, de la UE?

Se repite y se vuelve a repetir que el proteccionismo económico es contraproducente, y quizás inútil, en los mercados internacionales, pero es una opción a la que no renuncia ningún gobierno. Aunque esto puede valer de puertas afuera, en el mercado interior las intervenciones de los gobiernos con frecuencia agotan si no traspasan los límites de la legalidad.

Los gobiernos de la UE están comprometidos en el funcionamiento del mercado único por motivos más realistas y pragmáticos que ideológicos. Compromiso mayor a medida que China y la India (ya es la tercera economía de Asia) tienen éxito en su apuesta por el mercado y la apertura de sus economías al comercio y las inversiones del exterior, confirmado por las decenas de millones de personas que han salido de la pobreza y por las expectativas que ofrece a poblaciones inmensas. El desafío de construir un mercado único, mientras se acelera la globalización financiera y económica, no se puede dejar para después. La legalidad francesa o española no puede entrar en conflicto con el derecho comunitario que pretende dar seguridad jurídica a la libertad de empresa y de movimiento de capitales. Los mercados europeos se liberalizan para integrarse. Esto implica más competencia y también más opas y fusiones. Así mismo, eleva el riesgo de crear grandes empresas dominantes. En estos casos, los poderes públicos, con total transparencia y firmeza, deben intervenir en defensa de la competencia, para favorecer la eficiencia y la reducción de precios, es decir, en defensa de los consumidores.

Ya que va de opas, desde una lógica empresarial y de mercado, pueden tener una función reguladora en el mundo de las grandes corporaciones que quizás pasa desapercibida. Se critica mucho y con razón los abusos de poder, las remuneraciones desproporcionadas y toda una variedad de privilegios, stock options y demás, que los altos directivos se conceden a ellos mismos, sin rendir cuentas a nadie y menos a los pequeños accionistas o a los que tienen su plan de pensión en fondos que invierten en estas corporaciones. Los abusos y errores se pagan con la caída del valor de las acciones en la bolsa, lo cual que genera un fuerte incentivo en otras empresas para lanzar una Opa, que muchas veces es la vía más rápida y menos costosa de expulsar a los directivos incompetentes.

Aunque la economía extremeña es exportadora de energía eléctrica, no abundan las grandes corporaciones con domicilio social, que declaren el IVA y otros impuestos, en Extremadura. Sin embargo, desde los conflictos entre las exigencias y obligaciones del mercado único y las prácticas gubernamentales llegan mensajes directos a los agentes que operan en la economía regional. Un mercado más competitivo, siguiendo las orientaciones de la Agenda de Lisboa, favorece el crecimiento de la producción, la eficiencia y el crecimiento de la productividad, en general, y abre nuevas oportunidades para generar empleo y riqueza de manera sostenible en las regiones menos desarrolladas.

*Economista