Dramaturgo

Un estudio de la Universidad estadounidense de Ohio (esa universidad en la que estudió la ministra Pilar del Castillo) revela que una gran mayoría de ciudadanos y ciudadanas del mundo occidental (EEUU y aledaños) prefieren ser esbeltos a ser guapos. Goza esa universidad de una fama singular porque detecta o impulsa deseos generales (llamados en la lengua de Cela gilipolleces) que predominan por encima de aspiraciones más serias, como ocurre con la enseñanza de la Religión en España donde, según Pilar del Castillo, la mayoría desea tener cultura religiosa general antes de querer ser santos.

La diferencia entre esbelto y guapo debe estribar en que lo esbelto se relaciona con el chasis y lo guapo es algo que naciendo del interior de uno, se refleja en la cara, los andares y el aliento. Al menos es lo que los feos de chasis y de lo otro nos creemos antes de irnos a la playa. Los esbeltos se hacen, no nacen, ya que todos los niños al nacer son como bolitas de cariño que dice mi amigo superdotado de ocho años, y se hacen con sangre, sudor (mucho sudor) y lágrimas (al ver los resultados del esfuerzo).

Lo de la sangre se relaciona con el precio de los gimnasios y de las prendas deportivas.

Los cultos se hacen estudiando y aprobando la asignatura de Religión, los santos nacen santos y deben mantenerse santos para alcanzar el cielo. El peligro para los santos está en los libros de Religión. Conozco a muchos santos que dejaron de serlo tras aprobar Religión y conocer cómo Abraham engendraba hijos y cómo David se tomaba vacaciones entre salmo y salmo. Pero a Pilar del Castillo no le importan tres estampas más o menos, lo que cuenta es la esbeltez de la cultura, la delgadez, el chasis.