Resulta incomprensible el respaldo mayoritario de cierta ciudadanía a la política del saqueo de las arcas municipales premiándose, desde las urnas, a políticos salpicados, implicados o imputados en diferentes delitos de corrupción urbanística, prevaricación, malversación u otros actos penados por nuestro Código Penal, máxime si tenemos en cuenta que en las municipales votamos más a la persona que al partido al que representan. Casos como el de Ciempozuelos, Andratx, Castellón, Orihuela, Alhaurín o Seseña nos recuerdan a lo acontecido en el Ayuntamiento de Marbella, donde las críticas y actos de repulsa solo se produjeron cuando la judicatura investigó y destapó la escandalosa realidad conocida y consentida por todos. Los hechos delictivos cometidos en otros consistorios retratan a quien los comete, pero también a quien los consiente con su silencio, los ampara con su voto y se escandaliza a destiempo.

Alberto Ríos Mosteiro **

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