TEtstá claro que vivimos instalados en una especie de bucle en el que la tendencia es marcar distancias con los postulados que alguna vez nos amamantaron. Si queremos sobrevivir a la tormenta tropical que golpea ya las costas de este maniquí en cueros llamado España, mejor será reforzar puertas y ventanas y bajar al sótano de casa con barritas energéticas para aguantar la que se avecina.

No es que yo maneje información privilegiada (que podría ser, dado que mis fuentes brotan sin parar) es que la pandilla televisiva de los hombres del tiempo vaticinan tornado con posibilidad de convertirse en huracán nivel cuatro en la escala Saffir-Simpson en caso de tocar tierra. Abróchate que promete.

Y lo de tocar tierra es una inocente metáfora, porque tal y como viene más que tocar, arrasará, va a ser uno de esos tornados que dejen huella volcánica. Pero mi intención no es amargarle el himno que a estas horas emerge de plazas y sacristías por toda la geografía extremeña. Felicidades a todos los que aman esta tierra y la viven con la "juerza dun queré", dicho en castúo.

Bonito día tengáis paisanos. Bonita está Extremadura, extrema como siempre, feroz mosaico que se aferra a la mirada de pura e inexperta, con sus veranos amarillos como si el sol se hubiera derramado en nuestros campos para morir lentamente en ellos y empaparnos hasta los huesos de áspero ropaje. "Semos asina del coló pardo" dicho en castúo. Celebrad las piedras que quedaron del Imperio, celebrad los puentes que vigilan las presas y los pantanos que hicieron el milagro de la huerta, celebrad que sois verdes como una fresca primavera, blancos como el algodón, y negros como plumas de cigüeñas negras que sobrevuelan las tardes del otoño.

XCELEBRADx Extremadura antes de ver arrasados los campos de la inocencia, antes de doblar la esquina y ver caer todos los castillos en el aire, los caudales replegarse y las lágrimas evaporarse... Vienen escándalos por el horizonte que harán grande este día de celebraciones. Celebrad como si éste fuera el último día de vuestros días, porque saltarán por los aires hasta los cimientos de algunas catedrales.

No es que yo quiera ser agorera y aguaros la fiesta, el himno y la bandera, es que a menudo viajo al centro de la tierra, allá donde los acuíferos nacen cristalinos y donde susurran vientos de gran pureza, allá donde la soledad agiganta los silencios. Y es en ese estado de inquietante serenidad donde una alcanza a visualizar los enigmas de la condición humana. Lejos del aullido del lobo y el galopar de una jaca cansada de verano y trasiego. Extremadura me parece pura intemperie. Un espacio infinito bajo el cielo donde todo está por sembrar.

Quizá sea el refugio ideal ante la hecatombe que se nos viene encima, el escondite donde dejar reposar el alma mientras el escándalo que viene se lleva del tejado el montón de miserias acumuladas. Será uno más de tantos, pero distinto a los anteriores en la escala de "Corruptus Interructus" dicho en "brutus".

El escándalo que viene hará vender periódicos y brindará noches de ensueño con portadas embargadas y despachos blindados hasta el amanecer, será uno más en la cadena de radio y en la tertulia del casino que a punto estaba de morir ahogada de tantos siglos. Será un escándalo para colorear el muro encalado de Facebook y los pueblos blancos del Sur... será un escándalo de escandalizar. Será eso que todos pensamos en lo más profundo de nuestra habitación cuando se apagan las luces y toca hacer acto de contrición.

Será tan sólo el escándalo que viene, uno más entre la multitud, uno de esos que puede hacer prender la llama olímpica de los escándalos, vendrá y se quedará un par de días, y luego vendrá otro y así hasta que Pedro Jota nos anuncie el fin del mundo, de su mundo, de su órbita y sus embargos. Y será ese día cuando las trompetas sacudan el tímpano de un país que se echa la siesta en mitad de la madrugada.

Alguien guarda las llaves del infierno en un cajón pero no es Pedro Jota ni los satélites de su órbita. Será un escándalo que vendrá por el Norte y atravesará la meseta castellana, hará noche en algún Parador y seguirá ruta hacia los mares del Sur. El escándalo que viene no dejará títere con cabeza. Yo llevo unos días poniendo espantapájaros en los alrededores de mi casa no vaya a ser que los cuervos que rondan se coman mis geranios y mis rosas blancas. Espantapájaros de paja que guardarán con mimo mis lombardas. Iré hasta mi sótano para ver pasar el tornado a salvo de negros vientos y a salvo del escándalo que viene.

*La autora es periodista