El previsible perjuicio infligido al Partido Popular y a sus dirigentes por el caso de espionaje descubierto en Madrid y la trama de corrupción investigada por el juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón queda perfectamente reflejado en la encuesta que hoy publica EL PERIODICO EXTREMADURA. Salvo el alcalde de la capital, Alberto Ruiz-Gallardón, que parece bastante inmune al coste político de los escándalos --supera la nota de 5--, los nombres de referencia --Mariano Rajoy, los presidentes autonómicos Esperanza Aguirre y Francisco Camps-- salen muy malparados y las expectativas electorales de los populares se resienten sin que, por lo demás, quepa hablar de un despegue de los socialistas, a los que la encuesta les otorga una intención de voto del 41%, solo dos puntos y medio por encima de sus adversarios. Es decir, daña más al PP la sospecha de corrupción en círculos relacionados con él y de guerra fratricida que al PSOE la crisis económica que padece la sociedad española.

Aun así, los encuestados suspenden por primera vez la gestión del presidente del Gobierno (4,9 puntos) y, en cambio, dan un aprobado (5 puntos) a Rosa Díez, líder de Unión, Progreso y Democracia (UPyD), que se sitúa por encima de cualquier otro cabeza de cartel de la política española, mejora sus expectativas electorales y, de paso, contribuye al retroceso popular, puesto que parece que se nutre de votantes del PP. Un descenso que daña la popularidad de Rajoy --ocupa el cuarto lugar entre los líderes políticos, por detrás de Duran Lleida, portavoz de Convergencia i Unió en el Congreso-- tanto dentro como fuera del partido. De todo lo cual es fácil deducir que le ha dado un pésimo resultado al PP su propósito de desviar la atención y presentar la situación por la que atraviesa como fruto de una conspiración. En este sentido, el sondeo es muy elocuente: solo el 14% de los encuestados afirma que los populares son víctimas de una maniobra de descrédito. Que la opinión más extendida sea que los casos de espionaje obedecen a un ajuste de cuentas y que el PP es responsable de los episodios de corrupción debería llevar al partido a reflexionar, porque son muy pocos quienes creen que el Gobierno se halla detrás de las pesquisas de Garzón, como se empeñan en repetir los portavoces populares.

¿Provoca este panorama un mayor desapego de los ciudadanos de la política? Quizá la única nota positiva de la confusión reinante es que la respuesta es no: el 61,3% de los encuestados dicen estar interesados por la política, nueve puntos más que en noviembre. Lo cual confirma, de paso, que en situaciones de incertidumbre como la presente se registra una mayor politización de los ciudadanos, aunque los políticos no estén precisamente a la altura de las circunstancias.