Una Escocia independiente mantendrá a la reina de Inglaterra como jefa de Estado, su moneda seguirá siendo la libra esterlina, dependerá del Banco de Inglaterra y será miembro de la Unión Europea y de la OTAN, según da por hecho el libro blanco sobre la viabilidad y los beneficios de la independencia presentado ayer por el ministro principal escocés, Alex Salmond .

El documento responde a 650 preguntas de todo tipo sobre una Escocia independiente, desde quién es ciudadano escocés hasta la validez del carnet de conducir. Las respuestas configuran una especie de programa electoral, una lista de buenos deseos destinada a los sectores de la sociedad más indecisos --las mujeres, los pensionistas y las empresas--, a los que se da respuestas tranquilizadoras. La atención infantil es prioritaria, aumentarán el salario mínimo y las pensiones y se reducirá el impuesto de sociedades.

Sin embargo, la respuesta verdadera no se podrá dar hasta que muchas de las cuestiones planteadas se resuelvan después de una negociación con Londres y Bruselas cuyo resultado es a todas luces un interrogante.

Isabel II no entrará a discutir su jefatura, pero por ejemplo, según Salmond, en vez de invertir en armas de destrucción masiva hay que sostener la sanidad y la educación, y para ello anuncia la desaparición en la primera legislatura de una Escocia independiente de los misiles nucleares Trident alojados en Clyde, obviando que si quiere ser miembro de la OTAN es algo que habrá que negociar con la Alianza Atlántica. De la misma forma, la libra esterlina y la dependencia del banco emisor son cuestiones que no dependerán solo de la voluntad de Edimburgo. Londres no lo pondrá fácil, y en lo que respecta a Bruselas, tampoco.

Pero la mayor crítica que puede hacerse al documento es la falta de un plan B sobre las cuestiones más espinosas y la ausencia de la pregunta principal: ¿quién lo paga?

Porque el documento solo contempla ventajas fiscales y salariales. Cuando faltan 10 meses para el referendo, los últimos sondeos indican que el 47% de los cinco millones de votantes son partidarios del 'no' frente al 38% de favorables a la independencia, mientras que el 15% se declaran indecisos. El objetivo del libro blanco es cambiar las tornas, pero sea cual sea el resultado los escoceses seguirán con el God save the Queen .