El optimismo, en su versión más cauta, sobre un acuerdo de paz entre Israel y Palestina murió con el fracaso del proceso iniciado en Oslo en el año 1993. Desde entonces, todo intento de solución al conflicto de más larga duración de cuantos hay hoy en el mundo ha ido acompañado de un pesimismo que la realidad no ha hecho más que confirmar.

Ante las negociaciones iniciadas ahora en Washington, auspiciadas por Obama, entre Binyamin Netanyahu y Mahmud Abbás, y su compromiso de verse cara a cara cada 15 días durante el año que debe durar el proceso, parece vislumbrarse un cambio, al menos en las formas.

Netanyahu se refirió pública y solemnemente a Abbás como su socio en la paz, y varias personalidades palestinas han lanzado una campaña en medios de Israel en la que también se presentan como socios.

Mientras que a un debilitado Abbás no le queda mucho margen de maniobra, Netanyahu, reacio hasta fecha reciente a reconocer la existencia de dos estados, está imprimiendo un cambio en su actitud y puede verse a sí mismo como el hacedor de un compromiso histórico, como un nuevo Begin, el líder israelí que firmó con Sadat el primer acuerdo de paz entre árabes e israelís.

Asegura que va a sorprender a los escépticos. Y lo veremos muy pronto. El próximo día 26 pondrá a prueba la verdadera voluntad y seriedad de ambas partes, en particular del primer ministro israelí. Ese día expira la moratoria de diez meses para detener la construcción de los nuevos asentamientos hebreos en territorio palestino.

Abbás había pedido, sin éxito, que fuera una precondición para sentarse a negociar. Ahora, pese a la petición de Estados Unidos de prolongar la moratoria, Netanyahu se opone a hacerlo.

Aunque se superase este escollo, queda otro y es Hamás, que controla la franja y el territorio de Gaza y que se opone a todo acuerdo, pero sin la organización islamista difícilmente puede haber solución para el conflicto entre los palestinos y los israelís. Por eso el mediador en el conflicto, George Mitchell, que también lo fue en el conflicto del Ulster, recordaba que el Sinn Féin, el ala política del IRA, no se unió al proceso hasta que habían pasado quince meses de iniciadas las negociaciones previa aceptación de varias condiciones, entre ellas un alto el fuego. Y esto es mucho más difícil que convencer a Netanyahu de que amplíe la moratoria.