Entre hoy y mañana tendrá lugar en el Palacio de Congresos y Exposiciones de Villanueva de la Serena (ese edificio sorprendente, que evoca una paca de paja vanguardista, como si emanara de las eras que se extienden por la Serena de Villanueva hasta Castuera), el XII Congreso de Escritores Extremeños. Bajo el lema de ‘Emergencias’ se pretende poner en valor el doble significado de esa palabra: de un lado los problemas urgentes ante los que se enfrenta nuestra sociedad, del otro, los escritores «emergentes» cuyas voces puedan enunciar propuestas para resolverlos.

Siempre he sentido cierto recelo ante el regionalismo (no digamos ante el nacionalismo) cultural. Cuando lo que cuenta es la escritura, en principio, uno no tiene por qué sentir más afinidad con un autor de la misma región que con uno argentino o boliviano. Hay que reconocer, con todo, que la Asociación de Escritores Extremeños hace una gran labor, sobre todo a través de sus seis aulas literarias (Plasencia, Cáceres, Badajoz, Mérida, Don Benito y Zafra), que traen a esta región escritores reconocidos que además visitan institutos de secundaria. En Cáceres la coordinan Pilar Galán y María Ángeles Pedrera, con muy buen criterio aunque el público no siempre acompañe. No entiendo que, salvo honrosas excepciones, ni alumnos ni profesores de Filología Hispánica acudan a escuchar a escritores de primera fila.

El programa del congreso es bastante acertado, a mi entender más que el anterior, celebrado en Badajoz en 2014. Tuvieron la amabilidad de invitarme a una mesa sobre el ensayo en Extremadura, pero resultó que de los cinco integrantes de esa mesa, cuatro vivíamos en Cáceres, y uno en Badajoz, y nos conocíamos de sobra. Los congresos se hacen para que dialoguen autores que normalmente no tienen ocasión de coincidir. Este encuentro en Villanueva, aunque con menos participantes, tiene más enjundia y da la ocasión de escuchar a escritores que no suelen venir por estas tierras.

Hoy a mediodía se abrirá con una ponencia de la novelista madrileña Marta Sanz y una mesa sobre «poesía para el final de estos tiempos», donde junto a la cacereña Ada Salas (seguramente la mejor poeta extremeña y una de las mayores en lengua castellana), participarán la placentina Carmen Hernández Zurbano y el ibicenco Ben Clark. Por la tarde, Juan Ramón Santos moderará la conversación «Testimonio sin sujeto» entre dos escritores muy dispares: por un lado el aragonés Manuel Vilas, escritor muy vendido y mediático, por otro, el extremeño Gonzalo Hidalgo Bayal, menos vendido por lo exigente de su escritura, pero reconocido por la crítica como uno de los narradores más importantes de nuestro país, y firme candidato al Premio Cervantes. Intervendrán también escritores villanovenses como Susana Martín o Antonio Reseco.

El domingo sin duda el plato fuerte serán los «diálogos ibéricos» que mantendrá el extremeño Antonio Sáez, profesor en la Universidad de Évora y notable traductor del portugués, con Gonçalo M. Tavares, quien probablemente sea, solo por detrás de Lobo Antunes, el novelista vivo más importante y original del país vecino (quien quiera comprobarlo, lea su impactante novela Jerusalén). Conclusión lógica que nos evoca la necesidad de un mayor conocimiento mutuo a ambos lados del río Caya y las oportunidades que nos ofrece ser una región de frontera.