TLta mujer se tapaba la boca con un folio y le preguntaba a la niña: "¿Cómo te llamas?". Despacio, arrastrando las letras desde su garganta hasta su boca, decía con los ojos muy abiertos: Celia . A sus siete, ocho o diez años, Celia está naciendo. Percibe con asombro que los movimientos de labios tienen una melodía. Sabe que las manos hablan sin sonido, pero ella ya puede oír. "Está más guapa", dice su padre. "Sus ojos tienen vida".

Ana es la Logopeda que se tapa la boca con un folio. María José Lavilla es la doctora que nace cada vez que consigue que un niño sordomudo conquiste el mundo vibrante y melódico a la vez. No son pocos: han sido más de 50 extremeños los que han conseguido que María José germine junto a ellos.

No es necesario irse a Estados Unidos, ni a Madrid, ni a Barcelona, Extremadura tiene su propio sonido y ha sabido elevarlo hasta estos oídos muertos hasta ahora. "Y no hemos tenido que pagar", me dice una mujer. Ahora su hija puede escuchar los villancicos y luego a las comparsas y luego las saetas y luego... "Al principio me asustaba el sonido de una gota, ahora me gusta la lluvia". Paula es otra que lucha por la sonoridad de Extremadura.

*Periodista