Por primera vez en 15 años, España no suspende sin paliativos en el Informe PISA, el estudio elaborado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) sobre el nivel de los estudiantes de 15 años en 72 países. Acostumbrados al suspenso pertinaz, los resultados de este año (por encima de la media de la OCDE en Comprensión Lectora, justo en el promedio en Ciencias y muy poco por debajo de este en Matemáticas) son sin duda un síntoma positivo. Pero reconocer que la escuela española ha dado un salto no debe hacer olvidar otros datos: que en la clasificación por países España sigue en mitad de la tabla, que la mejora coincide con una caída del promedio de la OCDE, o que las puntuaciones son casi las mismas que hace una década, lo cual implica un estancamiento del sistema educativo español.

El Informe PISA efectúa un toque de atención respecto al «extraordinario porcentaje de alumnos repetidores», en palabras de la propia OCDE, que genera el sistema educativo español. El índice de repetidores es diecinueve puntos superior al de la media, con todo lo que ello implica en términos de coste y de aprendizaje. Y los resultados en Ciencias son, siendo generosos, discretos.

En este terreno, en el de las Ciencias, Extremadura está a la cola, solo superada por Andalucía, pero ese no es el peor dato de nuestra comunidad, que está a la cola en Comprensión Lectora, en la que cierra la tabla. Con respecto a la situación de 2012, los datos del informe recogen una mejoría de los alumnos en Matemática y en Comprensión Lectora, que sin embargo no compensa el mal resultado general con los estudiantes extremeños como los últimos de la clasificación. En Ciencias se ha empeorado respecto al informe de hace cuatro años. En Matemáticas es en la única materia que no estamos en el furgón de cola. El presidente extremeño, Guillermo Fernández Vara, afirmó ayer que los datos del informe deben ser un estímulo, aunque el camino que queda por recorrer en la región es aún bastante largo.

Los resultados del Informe PISA llegan en un momento en el que el Gobierno se aviene a dialogar, tras los nefastos años de José Ignacio Wert al frente de Educación, en busca de un Pacto de Estado que se antoja esencial para el futuro del país. Porque si salir del pozo de la mediocridad es una buena noticia, no justifica euforias ni oculta el hecho de que la escuela aún necesita mejorar mucho.