XAxpenas se le ve pero todo el mundo sabe que está ahí. Ni se sienta en la mesa presidencial, cuando es el máximo responsable de cuanto allí se cuece. Aparece poco en la prensa, sólo para dar cuenta de algún nuevo paso en su andadura. Y, a juzgar por los resultados, lleva kilómetros de eficacia. Desde la creación, en 1992 de la Fundación Academia Europea de Yuste, Antonio Ventura Díaz Díaz, su director, ha demostrado con su entrega, su dedicación constante y, sobre todo, sus logros, que cree en lo que hace.

Pocos podían imaginar el salto cualitativo que la fundación iba a dar en estos pocos años. Antonio Ventura, a quien la confianza y el cariño de la gente ha despojado de sus apellidos (como a los reyes, por cierto), apostó fuerte desde el primer momento. La academia se fue llenando de grandes personajes: escritores de fama mundial, premios Nobel, científicos, sociólogos o historiadores del más alto prestigio. El Premio Carlos V a los protagonistas más relevantes de la creación de la nueva Europa contó con el respaldo de todos y ganó credibilidad por el nombre de los premiados y la categoría de los miembros del jurado encargado de concederlo.

Las buenísimas relaciones con universidades y centros de cultura europeos, su apuesta por las nuevas tecnologías (no hay más que pasearse por la página web de la fundación, un ejemplo de sencillez, facilidad de manejo y documentación), la constante ampliación de sus horizontes (la penúltima, su asociación con la Red Cultural Europea, también llamada La Toile ), la han convertido en mucho más que un centro de estudios históricos.

Los fondos bibliográficos y documentales, las becas a jóvenes investigadores, los cursos, exposiciones, congresos y conciertos, las cuidadísimas publicaciones, son una obra cultural de enorme envergadura. Impensable, hace nada.

Pero además, Yuste se ha convertido en un centro de debate internacional sobre Europa. Su academia no es un cementerio de elefantes, funciona, como demuestra esa última declaración sobre Europa y el envejecimiento, que viene a ser, más que la voz de la Academia Europea de Yuste, la voz de Europa. Y el amplio espacio dedicado por la fundación a los problemas sociales es una prueba más de su carácter humano, de su cercanía, de su generosa vitalidad.

También hacia dentro se ha notado el cambio. Con la colaboración de ese monje inteligente, astuto, guasón a veces y siempre en la brecha que es el prior Fr. Francisco de Andrés, se ha ido restaurando, remozando y revitalizando el monasterio sin perder ni un ápice de su esencia antigua, abriendo espacios al mundo a pesar de la clausura. Y algo ha tenido que ver, seguro, todo este proceso en la concesión de la Medalla de Oro de Extremadura.

Si para llegar a lo universal hay que basarse en lo particular, ahí está ese jardín que es la Comarca de la Vera, sintiéndose arte y parte, apoyando y mimando a esa joya de la cultura y el pensamiento europeos que es Yuste.

Ahora bien, una labor tan ingente y tan diversa necesita colaboración a todos los niveles, tanto institucionales como sociales, y ésta sólo se logra sabiendo ilusionar a los demás en el proyecto. Claro que, verdad de Perogrullo cada día menos confirmada por la realidad, primero hay que tenerlo y luego, por encima de todo, creérselo. Desde fuera y sin conocimiento profundo del asunto, me parece que ese es el gran mérito de Antonio Ventura: su absoluto convencimiento y su enorme capacidad para ilusionar a todos, incluso al Rey, que el pasado día 13 renovó en el monasterio el decidido apoyo de la Corona a la Fundación Academia Europea de Yuste. Su director, ese hombre grande, es, sin duda, un gran hombre.

*Profesor