No te envuelves en demasiados lujos, pero tu vida no es nada aburrida, tus amigos y aficiones te tienen agradablemente ocupado. Ahora llegas a casa algo deprimido porque tu equipo de baloncesto ha perdido un partido muy importante, pero sabes que en unas horas el optimismo te habrá abierto su puerta de nuevo para que te acomodes en él a tus anchas. La vida sigue, y eso ya es magnífico. Tu mujer está viendo en la televisión una entrevista a Zapatero . Te fijas en su rostro, tiene aspecto de estar cansado, le notas bastante envejecido. Piensas que es un hombre muy ocupado en demasiados asuntos y quizá a eso se deba su desgaste los últimos años. Te dices que no te gustaría estar en su piel. Bien es verdad que es el hombre más influyente de España, pero la vida le exige demasiado a cambio. Cuando termina la entrevista a Zapatero, ponen un reportaje sobre la agitación intestina del PP. A algunos compañeros de Rajoy no les gusta su nuevo talante y se están originando situaciones muy tensas dentro del partido. Rajoy está siendo muy denostado y contrariado. No entiendes por qué aguanta tan estoicamente esas embestidas, ¿por qué no vuelve a su trabajo de registrador de la propiedad e intenta vivir más relajadamente? Tras la gresca del PP, emiten el interminable duelo Hilary Clinton-Barack Obama , los dos candidatos demócratas que ambicionan llegar a la Casa Blanca al precio que sea y se han volcado en una férrea lucha entre ellos. Te acuerdas de las dos mujeres que se enzarzaron en la cola de un concurrido puesto callejero de fruta, porque las dos defendían haber llegado primero a la cola, durante la discusión descuidaron sus bolsos y un ratero se los llevó a la carrera. Las dos tuvieron que abandonar la cola sin haber hecho compra alguna. En el caso de Obama-Clinton, el republicano MacCain se estará frotando las manos. Y supones que al PSOE le está viniendo de maravilla ese desconcierto interno del PP. Te consideras un tipo con suerte, no le pides demasiado a la vida y duermes a pierna suelta, por eso no entiendes que exista un vicio muy adquirido nada gratificante llamado poder.