Hace días tuve la oportunidad de oír un discurso en el que se habló de «esfuerzo, talento y compromiso», valores tan necesarios para la vida como el agua y que se deben potenciar desde la educación. El esfuerzo es imprescindible. Con personas trabajadoras, que perseveran, que no se rinden, se puede ir a cualquier lado. El talento es, también, importante.

Como en un reloj, habrá esferas brillantes o agujas doradas, pero si le falla un simple tornillo, puede dejar de dar la hora con exactitud. O pararse. Conviene no olvidar, además, que hay gente muy lista para hacer logaritmos y muy torpe para hacer los recados.

La frase la oí en una Escuela de Negocios. Y no se me olvidó (quizá porque lo de los logaritmos sí).

Volviendo al reloj, pero esta vez de arena, este solo nos ofrece razón del tiempo en la medida en que se da, en que vacía su contenido superior y lo vierte en el recipiente inferior. Y, por cierto, este último cumplirá una función insospechada cuando dé la vuelta. Y concluyo, con un pequeño guiño, con un ejemplo muy gráfico: el de la tortilla de jamón. En ella, la gallina se implica, pero el cerdo se compromete... hasta el tuétano (casi). Necesitamos más cerdos.