Me gusta decir que todo es política. Se trata de una frase errónea por la necesidad de simplificación, pero defiendo el fondo que subyace: todos nuestros comportamientos sociales, cuya ejecución depende de nuestra voluntad, tienen una cierta influencia sobre la comunidad que, agregada, puede convertirse en factor de cambio social. Por eso es fundamental hacer algo que lamentablemente los poderes públicos no han hecho en democracia: pedagogía política. Concienciar y concienciarnos de que la política no es solo lo que vemos por televisión que hacen diputadas y diputados, concejalas y concejales, sino que todos podemos ejercerla en los más diversos ámbitos. Nueva política es, pues, prestar atención a todos los "pequeños" detalles que nos rodean. A raíz de diversas informaciones en los medios, pensaba estos días en dos de esos detalles: un apunte en una cuenta bancaria, un conciudadano recogiendo comida de un contenedor.

¿Qué hay detrás de ese ciudadano? Según un informe del Instituto de Ingenieros Mecánicos (IME) de Gran Bretaña, que se conoció en enero pasado, entre el 30% y el 50% de los 4.000 millones de toneladas de alimentos que se generan en el mundo nunca llegan a nuestros estómagos, mientras 1.000 millones de personas (una de cada siete en todo el planeta) pasan hambre, y 25.000 mueren al día por esta razón. Gran parte de la responsabilidad es de las grandes empresas de alimentación: una estricta y en ocasiones absurda política de caducidad --hemos sabido hace poco que, "de repente", los yogures ya no caducan a los 28 días--, la inmensa cantidad de promociones que nos conducen a comprar más y con menos racionalidad, por no hablar de la obscena obsesión por la estética que lleva a desechar productos "feos".

XCOMOx ciudadanos no solo tenemos en nuestra mano asumir una mayor responsabilidad y no dejarnos llevar por la inercia consumista, además de donar alimentos aprovechables; también tenemos vías para exigir a las empresas que entreguen a los Bancos de Alimentos los productos que tiran, y a las administraciones que persigan la transparencia de los supermercados y que legislen para evitar que se deseche un solo producto mientras alguien pase hambre.

¿Qué hay detrás de un simple apunte bancario? He pensado mucho en los empleados de banca desde que estalló la actual crisis económica y financiera. ¿Cuántas de las informaciones que han pasado por sus manos podrían haber sido útiles para diagnosticar lo que estaba pasando y denunciarlo? Cuando Hervé Daniel Marcel Falciani , de 40 años, trabajador del banco suizo HSBC (The Hong Kong and Shanghai Banking Corporation), salió de allí en 2008 tras siete años, se llevó con él 130.000 ficheros que contenían información sobre defraudadores fiscales; al parecer, intentó venderlos primero a un banco libanés y después a varios servicios secretos -y por tanto quizá su propósito no fuera altruista-, pero no es menos cierto que esa información ha servido para que, por ejemplo, el Gobierno español recuperara entre 2010 y 2011 más de 300 millones. La llamada "lista Falciani" contiene 3.000 cuentas del HSBC donde 659 contribuyentes españoles tendrían depositados 6.000 millones de euros fraudulentos (la investigación podría triplicar cantidades).

Falciani, denunciado por Suiza, fue detenido en Barcelona el 1 de julio de 2009; salió de la cárcel de Valdemoro el pasado 18 de diciembre, con ocho escoltas y chaleco antibalas, y este 15 de abril se decidirá sobre su extradición. La Audiencia Nacional ha solicitado a las autoridades helvéticas, sin éxito, que confirmen parte de la información, que enlazaría con el núcleo de la trama Gürtel, algo ya evidenciado en el caso de Luis Bárcenas y Francisco Correa . Según diversos datos de The New York Times y de la Agencia Tributaria, el 74% del fraude fiscal en España se centra en grandes familias, en grandes empresas y en la gran banca, nada menos que 44.000 millones de euros: serviría para pagar aproximadamente el 30% de toda la inversión social.

No dejemos pasar los "pequeños" detalles. Suelen tener tras de sí grandes cifras y, sobre todo, crudas realidades sociales que de un modo u otro acaban afectándonos a todos y sobre las que tenemos capacidad de intervención desde nuestras casas o desde nuestros trabajos. Y exijamos voluntad política, único factor necesario muchas veces para solucionar los graves problemas que esconden esos pequeños detalles.