WLwa cumbre de dirigentes de la UE redactó la semana pasada un comunicado ambiguo sobre la polémica acerca del patriotismo energético. El pulso entre liberalizar o mantener los actuales proteccionismos nacionales en este mercado queda en tablas. Hubo muy buenas palabras --pero sólo eso-- sobre que los Veinticinco deben construir en el futuro un verdadero mercado común de la energía. En cualquier caso, únicamente los muy optimistas pueden pensar que Bruselas ha sentado esta vez las bases para la puesta en marcha de algo semejante a lo que fue la histórica CECA en relación al carbón y el acero.

La cumbre ha tenido que reconocer que Europa depende de países terceros, como Rusia y los del Magreb, para su consumo de gas. Ello comporta que, de momento, Bruselas tiene que dedicarse más a garantizar el suministro a través de una buena relación con ellos, que a dirimir sobre las OPA y el negocio de las fusiones internas.

En ese escenario, España, en el ojo del huracán por su actitud defensiva ante la OPA de la alemana E.ON sobre Endesa, de momento sale bastante bien librada. Zapatero, gracias a que Chirac comparte sus tesis y a que el liberalismo energético de Alemania es sólo de boquilla, gana tiempo.