España necesita un cambio urgente. Ya no se trata de buscar culpables, sino de encontrar soluciones, y los que gobiernan ya han agotado su crédito. Nadie confía en la capacidad económica española, por lo que nadie se la juega por nuestra recuperación. En Europa, nuestra diplomacia nos ridiculiza, es débil, temerosa y sin empaque. Se defiende con unos argumentos que nos ponen de rodillas y en actitud penitente allí por donde vamos.

Dependemos de una recuperación interior para que crean en nosotros, ya que, en caso contrario, nos hundiremos irremediablemente, si no lo hemos hecho ya. Nuestra imagen en el exterior es la de un país vulnerable. Por su parte, Rubalcaba tuvo una actitud patética y vergonzosa delante del ministro de Interior marroquí, Cherkaui. No protegió el derecho a informar de los periodistas españoles ni manifestó la condena clara del Gobierno español sobre la violenta represión del Sáhara. En definitiva, se quedó con la versión oficial, la única posible después del apagón informativo y se bajó los pantalones ante Cherkaui. Aceptó sin condiciones su exposición y consumó una traición ideológica que remueve los cimientos del sentir socialista, ya que cualquiera puede venir e invadir nuestra integridad si lo hace por alguna razón.

En el Sáhara, Marruecos está aplastando los derechos humanos, pasa de las Naciones Unidas y se ríe de España tantas veces como quiere. Rubalcaba lo consiente y lo permite.

No nos merecemos a estos políticos que no están preparados para el valor que requiere representar a España. Es así como Zapatero, jefe de todos , sigue escondido tras sus 15 portavoces y con el firme propósito, aún, de destruir el país.

Tomás Salinas **

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