Más España y menos extranjero. Es el plan del señor Aznar para este año. Pueblo a pueblo dice que se recorrerá el país, lo que permite augurar llegadas triunfales, que los suyos deben de estar preparando ya. De su agenda se han suprimido viajes fuera de España, y parece que sólo ha quedado el Consejo Europeo del 21 de marzo, en Bruselas, que es como no moverse de casa.

Surgen ahora las dudas de los motivos que justifican esta decisión. ¿Significa que no se fía de aquéllos en los que más ha confiado hasta ahora, los que le permitieron no parar el año pasado e ir de un lado para otro? A medida que pasan las semanas y queda menos lejana la fecha de la designación del sucesor, la impaciencia se apodera de los señalados con más posibilidades, como se ha podido comprobar con el señor Rato. Con la cabeza puesta en la sucesión podrían olvidar las tareas de su cargo y esto sería fatal. El hecho de que el señor Oreja llegara tarde a la votación de los presupuestos de Euskadi puede ser sintomático. Si el amo está en casa y les ata corto, puede ser diferente. El que se impaciente se queda sin postre.

Pero puede ser también que sondeos no publicados sobre intención de voto aconsejen un estrecho contacto con el electorado, que es el que decidirá en las autonómicas y municipales este año, y en las generales en el 2004. Muy malos han de ser los resultados de estas consultas, si decide no moverse de España, ahora que se había acostumbrado a comparecer en los foros internacionales como pontífice del centrismo universal. Una duda: ¿sabrá renunciar al viaje si le llama el señor Bush para invitarle a comer en la Casa Blanca?