La banca es a la economía como la sangre al cuerpo humano. Si hay problemas de circulación --si los bancos no se prestan unos a otros con fluidez-- la economía enferma.

Pasó eso en Estados Unidos en el 2008, con la quiebra de Lehman Brothers, y Washington corrió a socorrer a la banca y luego hizo los tests de estrés (simulación de resultados en un entorno duro) para restaurar la confianza. En Europa, la crisis de las deudas estatales del 2010 también ha generado fricciones en el mercado interbancario. Por eso el Banco Central Europeo hizo test de estrés, o de resistencia, a las principales entidades, que el pasado viernes, por iniciativa de España, se hicieron públicos.

El Gobierno quería una transparencia completa (España ha auditado el 95% de su sistema financiero, y la UE, solo el 50%) porque los rumores, a veces interesados, sobre nuestra economía colocaban a las entidades financieras en una situación difícil e injustificada.

Los tests de estrés dicen que en el 50% de la banca europea, la de mayor tamaño, no hay problemas graves. Ni tampoco en la gran mayoría del sistema español (mucho más del 50%), aunque algunas cajas necesitarían más capital si la economía se degradara más de lo previsible. En el caso de las dos cajas extremeñas, se ha superado el test de resistencia. Los dos SIP (Sistemas Institucionales de Protección) en los que forman parte tienen la solvencia necesaria para afrontar una crisis extrema. Son datos positivos que deben ayudar a recuperar la confianza y normalizar el crédito. Y más cuando está superada la extrema desconfianza que había en mayo.

Pero no hay que cantar victoria. Medios anglosajones ya aseguran que las pruebas deberían tener una mayor dureza, que estas no sirven. Y quizás el Gobierno ha exagerado. Los tests de estrés son indicativos, pero no constituyen la panacea. Y tampoco era obligado efectuar pruebas de resistencia al 95% del sistema financiero. ¿No bastaba con hacerlo en la misma proporción que Europa? El Gobierno cree que había que auditar al máximo para alejar toda sospecha. Pero la noticia fácil es que cuatro entidades españolas están entre las siete europeas que no aprueban, sin tener en cuenta que de los 91 bancos auditados, 27 son españoles.

Habrá que ver lo que dicen hoy los mercados, aunque la clave será lo que pase durante las próximas semanas. Y lo sustancial es que la banca española ha pasado con nota una prueba de solvencia. Este es un buen punto de arranque para la recuperación.