TDtías atrás hemos conocido la aprobación de una ley que propiciará que en las escuelas brasileñas se implante el español como lengua obligatoria. Es, sin duda, una de las mejores noticias para la lengua de Cervantes en un año de especiales conmemoraciones. Las culturas de lengua española y portuguesa comparten espacios y lazos históricos que no siempre se han tratado con la delicadeza requerida en ninguno de los dos lados del Atlántico, pero la norma refrendada por el Parlamento brasileño abre las puertas a encuentros con infinitas posibilidades económicas, comerciales, humanas y culturales.

El gobierno de Lula , enfrentado a problemas muchísimo más graves que éste, ha sabido hacer una apuesta de futuro para conseguir que el idioma deje de ser una barrera o excusa para el desconocimiento y convertirlo en aliciente para la acción común.

A este lado del Atlántico y en regiones limítrofes con al lengua de Camoens estamos todavía muy lejos de hacer algo parecido: aunque la lengua portuguesa es la segunda de mayor aceptación en todas nuestras escuelas de idiomas, la implantación en la enseñanza reglada es tímida y testimonial.

Esperemos que los siempre beneficiosos aires del Atlántico acaben por traernos en un futuro próximo, además de lluvias, esa amplitud de miras para lograr un conocimiento mutuo entre los pueblos.

*Profesor y activistade los Derechos Humanos