Enric Juliana es un gran periodista catalán al que conocía por su trayectoria y sus escritos, pero no personalmente. He tenido el placer de conocerle y escucharle en el I Encuentro Extremadura y Cataluña , del que ambos hemos formado parte. Después de manifestar su catalanidad, Enric aseguró que se sentía español. Le correspondí diciéndole que también me siento catalán. Y no lo dije por cumplir. Es que es verdad.

Me siento español y, precisamente por eso, me siento también catalán, y vasco, y valenciano, y gallego... Porque este sentimiento de nuestra nacionalidad confluyente y rica de nacionalidades varias, no es unidireccional ni segregador. No hay una sola forma de ser español, sino muchas, tantas, ni siquiera cuantas comunidades autónomas existen, con su concepto de nación , como Cataluña y el País Vasco, o con su concepto de realidad nacional , como Andalucía, sino cuantos españoles vivimos y sentimos este país, fruto de la agregación voluntaria de todos. Probablemente hay cuarenta y siete millones de formas de sentirse español, tantas cuantos habitantes poblamos este antiguo solar. Y, desde luego, ese sentimiento difiere, por cuestiones ancestrales, históricas, culturales y hasta telúricas, entre un extremeño, un catalán, un vasco y un aragonés, pongo por caso. La riqueza de nuestra nacionalidad es que el catalán se siente español a través de su catalanidad, porque de otra forma no podría ser. Y esa suma de sentimientos nacionales hace la variedad legítima de los españoles y de la manera que tenemos, unos y otros, de sentirnos españoles.

Pero esa riqueza es también de vuelta, y nos permite a otros, sin necesidad de haber nacido allí, sentirnos catalanes, o vascos, o gallegos, cuando llegamos a conocer y, por lo tanto, a amar, sus realidades, tan admirables cuanto diferentes. Con lo cual, sentirse español adquiere una dimensión de nacionalidad par , si se me permite decirlo así, porque ser catalán y español, extremeño y español, o vasco y español, es la gemelaridad de una identidad dual que tiene dos caras inseparables y sin una de las cuales la otra perdería buena parte de aquélla. Lo cual permite ser extremeño y sentirse también catalán. Porque los españoles tenemos el privilegio de poder sentir y practicar el doble patriotismo de ser, al tiempo, la parte y el todo, y también, la parte y la otra parte.