La principal preocupación de los padres de los niños especiales nace de la turbación que les produce la reflexión acerca de lo que el futuro les deparará a sus hijos. Esta misma inquietud por la prole la tiene cualquier progenitor mínimamente responsable y consciente. Pero, en el caso de los padres de estos niños, esa sensación de desasosiego, que nunca deja de hacerse presente, es siempre mayor. Muchos de ellos lo expresan de un modo muy gráfico preguntándose, públicamente, acerca de qué será de sus hijos cuando ellos no estén. A algunos les consuela pensar que sus otros vástagos -si los hubiese- cuidarán de su hermano o hermana. Pero ni siquiera sobre eso pueden tener demasiadas certezas. En último término, las familias en cuyo seno nacen y crecen niños especiales únicamente tienen la certidumbre de que, mientras los padres y las madres vivan y sean capaces, a sus críos no habrá de faltarles ni el cariño, ni los cuidados, ni la educación. Cabe reseñar, en este sentido, la importancia que, tanto en el plano educativo como en el asistencial, ha tenido el surgimiento y la proliferación de los centros de educación especial y de las asociaciones y entidades centradas en la atención a personas afectadas por distintos tipos de discapacidad. Estos centros cuentan con profesionales especializados que ayudan a las familias a que sus hijos puedan desarrollar todas sus potencialidades, que les facilitan instrumentos y recursos que les permiten superar parte de las innumerables dificultades a las que han de enfrentarse a diario y que les proporcionan una enseñanza y atención específicas. Porque el mundo de los niños especiales es vasto y diverso. Y sus necesidades son, también, múltiples y dispares. De ahí que cualquier generalización conduzca siempre al padecimiento. Tal y como vienen denunciando los padres y madres de niños especiales de toda España, la -recién aprobada- Ley Celaá provocará la paulatina desaparición de los centros de educación especial y, por ende, condenará a todos los chicos que se benefician de su existencia a un futuro de desesperanza y zozobra. El horizonte que marca la LOMLOE es el de la integración de todos estos chavales en los centros ordinarios, sin que estén dotados de recursos humanos y materiales suficientes para ello. El igualitarismo ramplón que promueve la nueva ley no hará otra cosa que generar sufrimiento y dolor. Y la rúbrica de este invento funesto pertenece al gobierno social-comunista presidido por Pedro Sánchez. No lo olviden.