TUtna mujer que cruzaba un parque vio a un chico y una chica que se besaban apasionadamente. La mujer se ruborizó y lamentó que las autoridades no pusieran impidieran semejantes comportamientos indecorosos en público. Era la misma mujer que un sábado al atardecer salió de su casa para depositar su bolsa de basura en un contenedor y se cruzó con un vecino que deseó que la multaran por no cumplir las ordenanzas municipales. Este era el mismo hombre que los domingos por la mañana sacaba a su perro a pasear por un bulevar, dejaba que el animal defecara en la acera y no recogía las heces. Un día una mujer le observó y sintió indignación por su deplorable falta de civismo; le hubiera gustado que la policía le hubiese sorprendido. Era la misma mujer que solía regar las macetas de su terraza a deshora y un día mojó a un hombre que a gritos la amenazó con denunciarla. Este era el mismo hombre que tres días después adelantó por la carretera en línea continua a un automóvil en el que viajaba un respetable hombre de negocios que le dijo a su chófer que semejantes energúmenos del volante deberían estar entre rejas. Este hombre de negocios era el mismo al que una chica vio por la televisión cuando lo iban a juzgar por haber cometido delitos fiscales. Ella no sabía qué era un delito fiscal, sólo pensaba en llegar al banco del parque donde el muchacho que amaba la esperaba para besarla apasionadamente.

*Pintor