El debate televisado del pasado lunes entre Mariano Rajoy y José Luis Rodríguez Zapatero ha podido servir, sobre todo, para fortalecer las opciones ya tomadas con anterioridad por los respectivos electorados, pero no parece que haya provocado grandes trasvases de votos en beneficio de uno y perjuicio del otro, si bien se detecta una consolidación de la curva ascendente del sufragio socialista que se había dibujado ya en los días previos al cara a cara. Eso es al menos lo que se deduce de la encuesta que llevó a cabo ayer la empresa GESOP para EL PERIODICO EXTREMADURA y que viene a confirmar los sondeos de urgencia elaborados en la misma noche del lunes en el sentido de que Zapatero había ganado el debate.

Y es que la propia celebración del cara a cara ya ha supuesto una ventaja para las opciones socialistas, porque acentúa la bipolarización de la campaña electoral: Rajoy o Zapatero. Una circunstancia así, y aunque no suponga el traslado de ningún voto del PP al PSOE, favorece a este partido porque en tanto tiene mucho camino por recorrer en perjuicio de otras opciones de izquierda o del nacionalismo moderado, el PP no tiene por dónde crecer. Es bien sabido que los populares tienen un suelo electoral firme (de hecho, los votantes del partido de la derecha son los más fieles), pero también un techo difícil de romper, mientras que los socialistas aún pueden pasar el aspirador y arrebatar votos a IU, PNV, CiU u otros partidos regionalistas.

Zapatero batió a Rajoy entre quienes siguieron el debate (el 48% dice haberlo seguido en su integridad y un 28% de forma parcial), porque transmitió más confianza y fue más convincente, mostró más capacidad para resolver los problemas de la gente y más conocimiento de los problemas del país. El discurso del candidato del PP durante el cara a cara no parecía pensado para recuperar el voto de ese electorado centrista o de derecha moderada que el 14 de marzo del 2004 le dio la espalda.

Rajoy guardó en un cajón su discurso moderado de las últimas semanas y desenterró el mensaje bronco de la legislatura ahora terminada, en materia territorial, antiterrorista e incluso social (inmigración). Su intervención en el debate, por el contrario, pudo tener un efecto boomerang, toda vez que no es descartable aventurar que acabó de convencer a votantes de izquierda, en principio proclives a la abstención o a votar otras opciones distintas al PSOE, de que lo más prudente es apostar por Zapatero, como la opción más útil de cortarle el paso al PP.

El segundo debate, el lunes próximo, puede servir para corregir o corroborar estas impresiones. Rajoy estará obligado a jugárselo todo a una carta, movilizando a los incondicionales y ganándose el voto moderado, si es que eso resulta compatible. Mientras, Zapatero lo tiene más fácil: le basta con aguantar y no perder el cara a cara.