El 22 de mayo se celebrarán elecciones autonómicas y municipales. Sí, no es nada nuevo, todos ustedes ya lo saben y si no lo saben lo sabrán muy pronto, y seguro que también comenzarán (si no han comenzado ya) a ver actitudes, y no aptitudes, que a todos nos parecerían en otros momentos sorprendentes, y que al vislumbrar en el horizonte la señalada fecha nos lo explica con claridad. Actitudes que, por otro lado, no deberían sorprendernos, pues son la lógica de una cultura democrática. Los ciudadanos comenzaremos a estar presentes en las agendas de los candidatos y partidos (y no sólo contándonos sino teniéndonos en cuenta), se nos preguntará por nuestras necesidades y deseos (pasando de lo cuantitativo a lo cualitativo), se crearán espacios públicos para hacer uso de la palabra (y no se usará la palabra para justificar la ausencia de espacios públicos), se generarán y difundirán propuestas e iniciativas (en lugar de evitar que los demás tengan propuestas e iniciativas), sentiremos que los cargos y poderes están al servicio de la sociedad (lógico y racional en un sistema democrático donde se actúa por representación y delegación), y por encima de todo, pensaremos que aunque nos estén tomando el pelo, es una tomadura de pelo que nos gustaría experimentar más tiempo. Que lo que es excepcional se convierta en cotidiano, lo que es anecdótico en constante, y que por una vez, aunque sólo sea una vez, todos certifiquemos que la democracia representativa es algo más que un paseo al colegio electoral cada cuatro años. Alguien dirá (fácil argumentación) que todo lo dicho es una cantinela, una letanía que repiten siempre los que no están dispuestos a hacer esfuerzos, y a valorar el innegable trabajo de la representación pública y política. Pero que no olviden que es precisamente por eso, por considerar cantinela y letanía lo que piensan los ciudadanos, por lo que hoy la valoración de lo político (además de los políticos) está donde está. Espero, con gran expectación, equivocarme, y que lo que digo sea un trastorno de la percepción y los próximos meses se conviertan en los próximos años. Porque es de sentido común: el menos común de los sentidos.