Cabreo por el cierto desastre. Así, y podemos entrecomillar la primera y última de esas palabras, porque han sido literales, se han acabado tomando nuestras autoridades autonómicas regionales la medida, y sobre todo la forma de aplicarla, de cerrar 13 ventanillas de otras tantas estaciones ferroviarias extremeñas, junto a otras 123 del resto del país, una vez que los empleados de Adif dejaron de vender billetes en ellas, tarea que compartían con su verdadera tarea como factores de circulación encargados de la regulación y seguridad del mismo.

Adif, Renfe, el Ministerio de Fomento, ahora de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, tienen un cierto lío con lo que dice, o ellos entienden y aplican, la normativa europea de liberalización del transporte ferroviario. Venimos de una compañía nacional, Renfe, que en su día fue absorbiendo empresas y líneas regionales privadas, y que ha sido fundamental en el siglo XX en la movilidad española, hasta los años 70 que vino el coche privado.

En línea con la integración en el mercado comunitario, donde en realidad cada país hace lo que puede y en cierta medida quiere, interpreta y reinterpreta a su gusto las directivas -aunque aquí, cómo no, siempre hemos sido y seremos más papistas que el Papa y algo ingenuos-, en su día se troceó la Renfe, asignando a una nueva empresa pública, el Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (Adif) las vías y estaciones, traspasándole todos esos bienes y su personal, mientras trenes y sus operarios seguían como activos de Renfe.

Hace un par de años Adif transfirió a Renfe un contingente de personal, que fundamentalmente servía despachando billetes y atendiendo taquillas, en aras a lo que venía, y es que el operador de las vías no está claro, o no queda bien, que pueda vender billetes, así como Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (Aena), aunque a veces se omite lo de ‘españoles’ y se acorta sin esa palabra, tampoco despacha billetes de Iberia-Air Nostrum. Gracias a ese traspaso, personal de Adif en Mérida, Cáceres y Badajoz pasó a Renfe en esas estaciones, que no se han visto afectadas por el cerrojazo del pasado 1 de enero.

alguien había decidido de antemano, cara a la entrada en vigor de una normativa a mediados de diciembre, retirar a Adif de las ventanillas, bajar la persiana y dejar el servicio desierto, pero sin pensar en soluciones, ni consecuencias. Así, con ‘Añoviejidad’ (la medida se ordenó a los empleados de Adif el 31 de diciembre) estaciones tan importantes como Plasencia -siempre queda en esa tierra de nadie nada propicia, a medio camino del escalón entre Badajoz, Cáceres y Mérida, y el resto-, Navalmoral de la Mata, Don Benito, o Almendralejo y Villanueva de la Serena se quedaron sin venta presencial de títulos de viaje.

Sin anuncios previos públicos -al parecer los había internos pero nadie habló- y sin alternativas, sin explicaciones, que siempre puede haberlas, o al menos siempre son exigibles, se privó del servicio, y sumió en el desconcierto e impotencia, a los usuarios del tren de cierta edad, que ya sus hijos y nietos bien saben comprar el billete por internet, y es realmente más cómodo aunque suprime, claro, puestos de trabajo.

El sindicato ferroviario de CCOO no lo entiende, y niega la rotundidad de la directiva europea, e incluso aporta que se desperdicia un aprovechamiento del personal existente, sin coste añadido, que es el que entre tarea y tarea, aunque pertenecieran a Adif, atendía el servicio, aclaraba dudas, etc.

La confirmación del desastre a repartir entre Ministerio, y sus empresas públicas, de trenes, y de estaciones y vías, es que ha bastado la exigencia de un diputado nacional, necesario para la investidura de Pedro Sánchez, por parte de Teruel Existe, para que los empleados de Adif vuelvan a cometer la «terrible irregularidad» de contravenir directivas europeas «rigurosísimas y tajantes», tabú, de vender billetes de Renfe durante seis meses más.

* Periodista