Corren tiempos convulsos, de medias verdades, donde la información más que informar acaba desinformando. Sirva como ejemplo la asistencia contabilizada a la manifestación del Foro de Ermua del 3 de febrero: por un lado 178.000, por otro 185.000 y por otro 1.500.000 personas. Tómese como base cualquier noticia y para todos, infractores y denunciantes, es fenomenal y ventajosa, a juzgar por las declaraciones que se escuchan. ¡Pásmense todos!

Aquellos que piensan que los problemas del terrorismo y la intransigencia se combaten en exclusiva con intransigencia y megalomanías de represión y amenazas, que me expliquen por qué durante la dictadura de Franco tuvo lugar el surgimiento de ETA y volaron por encima de la cornisa de un bloque nada más y nada menos que al mismísimo Carrero Blanco . Si las leyes eran tan estrictas, las penas tan disuasivas y todo estaba tan controlado, ¿cómo continuamente no dejaron de producirse víctimas, tras los primeros asesinatos del guardia gallego y el comisario Melitón Manzanas ? ¿Cómo tras los fusilamientos de los condenados a muerte del proceso de Burgos no se acabó con el terrorismo de ETA?

A TODOS los que en su sana intención creen y defienden que la solución que no cuadra dentro de las perspectivas de nuestras coordenadas de apreciación o pensamiento se combate a base sobredosis de testosterona (entiéndase cojones ), que tomen como ejemplo el éxito conseguido por las barbaridades puestas en práctica por Bush en Irak y Sharón en Palestina. ¿Ha servido de algo tanta destrucción y derramamiento de sangre? Pues menos mal que los americanos iban a poner orden en Irak y combatir el terrorismo, que si llegan a ir a otra cosa, ¡qué hubiera sucedido!

Indudablemente que el terror engendra más terror, el odio acrecienta los odios y la violencia prolonga la espiral del peor de los fanatismos. La mejor arma para combatir lo inexplicable y absurdo del síndrome terrorista es tender hacia una elemental aplicación del sentido común y puesta en práctica de la doctrina del altruismo, primordiales características que se echan en falta en la mayor parte de los dirigentes políticos que nos ha tocado padecer, en especial entre el abundante espécimen de los que más vociferan y se agrian de carácter. La clarividencia de la verdad no está de la parte de quienes con más intensidad la proclaman o más veces tienen la oportunidad de expresarla, sino del lado de la fuerza del argumento de la razón. ¡Qué lejos quedan los tiempos del consenso y los Pactos de la Moncloa!

Como la mayoría de los españoles de bien, participé en las concentraciones realizadas frente a los ayuntamientos en protesta por la inútil y execrable muerte de Miguel Angel Blanco ; y estuve de parte de las pacíficas y ordenadas manifestaciones contra el terrorismo, donde las únicas pancartas exhibidas fueron las manos blancas en alto y las escasas proclamas que se escucharon fueron del tipo "Vascos sí, ETA no". Ese era el verdadero espíritu de Ermua, el que sacó a la calle a los ciudadanos de todos el país; pero desgraciadamente hoy está muerto, pisoteado, masacrado, quizás asesinado también, como las víctimas del terrorismo y, como la voz de los muertos, prácticamente sin posibilidad de resucitar.

Con manifestaciones como la del Foro de Ermua del 3 de febrero y otras del estilo, que fueron instrumentalizadas políticamente por el principal partido de la oposición y una de las asociaciones de víctimas del terrorismo, donde parecía que era contra el Gobierno de España y no contra ETA contra lo que se luchaba y protestaba; con manifestaciones airadas donde se gritan consignas viscerales tales como "Zapatero , vete con tu abuelo", lamentablemente puede darse por finiquitado el espíritu que conmovió la sensibilidad ciudadana y llevó a la gente a salir a la calle en manifestaciones millonarias e irrepetibles.

Quítense la careta de encima, politiquillos de pantalla y cortedad de visión, y llamen a las cosas por su nombre. La inteligencia del pueblo español no merece ser insultada un día sí y otro también. Piensen que los ciudadanos estamos aburridos, tristes y desilusionados, y que, si el electorado los puso donde están, es él quien tiene la potestad de quitarlos y mandarlos al garete, que es lo que tan merecido se tienen. Están ustedes (o debieran estar) al servicio del pueblo, y déjense de delicados y peligrosos jueguecitos. No se sorprendan luego si la gente en próximas convocatorias electorales pasa de acudir a votar. Camino de ello vamos. Algo le oí comentar a alguien de mi entorno personal.

Lo más triste fue comprobar que no disponía de un mínimo y sólido argumento para tratar de convencerlo de la conveniencia de lo contrario. También yo me siento aburrido, triste y desilusionado por lo que pasa en la escena de la política nacional.

*Maestro