Stéphane Hessel , fallecido ayer a los 95 años, acuñó en su manifesto ¡Indignaos! el término que mejor ha definido en los últimos tiempos el sentimiento popular que la crisis económica espolea. Su decálogo de denuncias de los gobiernos inoperantes y de los abusos financieros encontró expresiones apropiadas para no dejar su llamamiento, de forma especial a la juventud, en una pose sin recorrido. Al igual que había hecho durante la segunda guerra mundial, apoyó su indignación en la resistencia, que en lugar de significar inmovilismo y resignación implicó compromiso, como dejó claro en su obra ¡Comprometeos!

Hessel fue, por encima de todo, un luchador infatigable hasta el último suspiro. "Nos deja una lección, la de no resignarse jamás", resumió el presidente francés François Hollande en un comunicado del Elíseo. Guiños del destino, Hessel, laico visceral, se fue el mismo día que el Papa abandonaba las riendas de la Iglesia. Vivían en planetas diferentes, pero ambos han tenido el coraje de ir contracorriente, de afrontar la vejez con la lucidez necesaria para admitir sus limitaciones y, llegado el momento, cometer un acto subversivo. En el caso de Hessel, firmar un manifiesto llamando a la juventud a rebelarse contra el sistema impuesto por las oligarquías y las finanzas.

En Francia Hessel era un humanista muy respetado cuando el manifiesto le catapultó a la fama mundial. Convertido en el sabio de moda, el diplomático jubilado era solicitado en todos los platós y reclamado en las principales tribunas del planeta como si se de un oráculo moderano se tratara. Hasta hace pocos meses, gastaba una vitalidad digna de un atleta. Su contagioso entusiasmo y su optimismo parecían hechos a prueba de bombas.

El desarrollo intelectual de la posición crítica de Hessel actuó de marea de fondo en los movimientos tanto del mundo árabe como del occidental que salieron a la calle para expresar su disconformidad con las decisiones que, en el tradicional plano vertical, se adoptaban contra la mayoría. En España, en el 15-M se reconocieron algunos de los preceptos emanados del combativo escritor y diplomático --pese a que entonces ya tenía una perspectiva vital limitada--, con el objetivo claro de no dar al traste con los avances conseguidos en décadas y para afrontar con brío y esperanza los enormes y graves efectos de la crisis. El apego de Hessel a la causa palestina también da cuenta de un espíritu dispuesto a denunciar la injusticia, mantenerse firme en las convicciones de la razón más allá de las modas y confiar en la unidad de los ciudadanos como vía para vencer.