Escritor

El Centro Medioambiental que la Consejería de Agricultura y Medio Ambiente (valga la redundancia) tiene en las inmediaciones de Yuste es, sin duda, un sitio ideal para cualquier cosa, por ejemplo, para reunirse a hablar de literatura. Eso hicimos un grupo de escritores extremeños con la excusa de abordar su presente. No era el único pretexto. Se pretendía también facilitar el acercamiento; vamos, que pudiéramos vernos las caras.

Unos, los que ya nos conocíamos, para celebrar el reencuentro (que, como en las peleas matrimoniales, tiene su gracia), algo que no sucedía para la mayoría desde el jaleado Congreso de Trujillo del año 2000. ¿Recuerdan? Sí, el de la polémica del mal llamado sueldo de los escritores. Y total para nada: ni uno siquiera de los becados (y ya van cuatro) le ha dedicado a Ibarra un triste soneto, no digamos ya una oda. Claro que tampoco han podido denunciar que han visto limitada su libertad de expresión, como llegó a vaticinarse por aquel entonces. ¡Luego dicen que son los escritores los que tienen imaginación! Otros, decía, no pocos, para darse a conocer. Este es un hecho afortunado: cada vez son más los escritores extremeños y ya existe una nueva generación que se incorpora a estos cónclaves con tanta tradición entre nosotros. Esta vez, además, el Plan Regional de Fomento de la Lectura pretendía que fuera lo más amplio y representativo posible y por eso no se invitó solamente a miembros de la Asociación de Escritores.

La numerosa presencia de autores (venidos de toda Extremadura y de fuera de ella) dio, en fin, el pasado sábado para un rico debate. Un coloquio nada autocomplaciente e ingenuo, sino riguroso, pleno de intervenciones, con propuestas sensatas y apuestas brillantes, extenso en sus contenidos e intenso en sus análisis.

Estoy casi seguro de que ninguno de los que acudimos al encuentro la fría mañana del 23 de noviembre (que los historiadores de nuestra literatura anoten esa fecha) suponía que iba a dar tanto de sí. Nadie podrá acusarnos, por tanto, de triunfalismo. Me limito a constatar una agradable sorpresa. Pocas veces unas cuantas horas dieron para tanto. Y uno habla, ay, con cierto conocimiento de causa, desapasionadamente. Son ya muchas las batallas literarias perdidas y no poco el escepticismo acumulado. A pesar incluso del "momento dulce" que, según dicen, vivimos. O por eso: algunos no nos lo perdonan. (Son los que prefieren intrigar en la sombra y levantar torpes calumnias, juegos muy provincianos, a exponer sus argumentos dialogando, cara a cara; en Yuste, pongo por caso).

Después de comer, dimos un paseo en pequeños grupos que finalizó en un claro del bosque de inequívoco aspecto zambraniano donde acabamos todos reunidos. Faltó la foto. El fondo era magnífico: los árboles amarillos del otoño, las estribaciones de la sierra de Gredos, las nubes amenazantes... En medio, gente que hablaba y se reía junta. En ese momento, eché de menos a los que, contra su deseo, no estaban allí.

Fue inevitable recordar, cómo no, que en Badajoz tenía lugar ese día una manifestación contra la desaparición del PER. No hablo en nombre de nadie, faltaría más, pero creo que el mejor compromiso es el que establece el escritor con su propia obra, intentando escribir lo mejor que puede. Lo que no obsta para que salga de vez en cuando de su solitario refugio y contribuya al desarrollo social y cultural de su tierra. ése es acaso el espíritu de Yuste.