Igual que en el momento de venir al mundo, al morir tenemos miedo de lo desconocido. Pero el miedo es algo interior que no tiene nada que ver con la realidad. Morir es como nacer: solo un cambio», afirma el personaje de Clara del Valle en La Casa de los Espíritus de Isabel Allende.

En la semana de las flores y las velas, la peregrinación a los camposantos y los ritos, ya sean las tradicionales misas o el tan criticado como ya celebrado Hallowen, da perspectiva recordar el lugar a donde todos, sin distinción, vamos a parar.

¿Qué sentiría Clara si se acercara a alguno de nuestros cementerios en estos días? ¿Podría comunicarse con todos esos espíritus alborotados ante el aluvión de visitas? ¿O soltaría algún improperio como el que le valió un bochorno a su familia en la iglesia aquel Jueves Santo? A los que en la práctica somos ateos, aunque no declarados por el ‘por si acaso’, nos descoloca todo el ceremonial de estos días. Será que ante la ausencia de una firme convicción sobre el Más Allá lo único que nos traen estas festividades son dolor y miseria.

Un molesto y estruendoso recuerdo que se une al diario de aquellos que nos faltan. Un doloroso cambio de la tarta de cumpleaños al centro de flores que todavía, diez años después, me niego a aceptar.

Por eso sirva de terapia llevar consigo cuadernos de anotar la vida, para cuando los espíritus se nos despiertan. Que en estos tiempos en los que seguimos necesitando de predicadores para dirigir nuestra vida, religiosos, políticos o ideológicos (si es que no son todo lo mismo) es maravilloso parar y escuchar sólo a nuestros guías internos. A aquellos que nos dejan, demasiado pronto en demasiadas ocasiones, pero cuya memoria nos encauza en este aterrador y fantástico viaje que es la vida.

Sirvan estos días para recordar, como ‘escribió’ Clara, «que la memoria es frágil y el transcurso de una vida es muy breve y sucede todo tan deprisa, que no alcanzamos a ver la relación entre los acontecimientos, no podemos medir la consecuencia de los actos, creemos en la ficción del tiempo, en el presente, el pasado y el futuro, pero puede ser también que todo ocurre simultáneamente».