Me inquieté cuando Esquerra votó que no a los presupuestos. Me inquieté cuando Unidas Podemos no aceptó una vicepresidencia y tres ministerios, y se abstuvo. Me inquieté cuando Casado dijo que no se abstendría. Me inquieté cuando Sánchez convocó nuevas elecciones. Me inquieté cuando, tras las elecciones, el PSOE quedó peor y Vox sacó tajada. Me inquieté cuando Rivera se dejó llevar por personalismos infames y destruyó Ciudadanos (feliz nueva paternidad).

Me inquieté cuando Esquerra ni se inmutó ni dijo palabra alguna cuando la Ciutat Cremada y los cortes de La Jonquera. Por cierto, en esta fase de negociación, ¿seguirá Esquerra en el Parlament jugando al gato y al ratón con el Constitucional?

Me inquieté viendo a los diputados peleándose por los escaños como niños pijos malcriados. Me inquieté viendo a los unos prometiendo por razones azarosas y aleatorias y a los otros diciendo que los llevaran al Constitucional. Fariseos y saduceos.

Me inquieta que no se entienda que la grandeza de la democracia consiste en que Vox, Esquerra y Bildu se presenten a las elecciones y tengan derecho a que se reconozca su ideario político. No es cuestión de estética sino de cumplir la ley.

Si hay acuerdo y Esquerra se abstiene, me inquieta el papel del PSC de cara a las próximas elecciones. ¿Hará oposición didáctica contra el independentismo, o tendrá que portarse bien y hacer el papel de la triste figura?

Me inquieta que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea de Luxemburgo, haya anunciado que la sentencia sobre la inmunidad de Oriol Junqueras al ser elegido eurodiputado, se conocerá el 19 de diciembre. Se trata del mismo día que Sánchez tiene marcado en rojo en su agenda como jornada de la sesión de investidura. Ni Hitchcok. Me inquieta la documentación, las decenas de mails y una testigo clave, respecto a la factible imputación de Laura Borràs. La Fiscalía parece tenerlo claro. En esta ocasión, la acusación nada tiene que ver con el ‘procés’. La fiscalía del alto tribunal quiere que se la escuche y se le impongan medidas cautelares por el desvío de casi 260.000 euros al bolsillo de uno de sus más estrechos colaboradores, a quien habría otorgado a dedo contratos de gestión informática cuando dirigía la Institució de les Lletres Catalanes. En las intervenciones telefónicas practicadas, el beneficiado calificó los desvíos como «trapis». Vamos, chanchullos. Se verá. Presunción.

Me inquieta que el ‘conseller’ de Polítiques Digitals i Funció Pública no haya convencido a la mayoría sindical para que trabajasen el día de la Constitución. Pobre. De la Purísima, que cae en domingo, el ‘conseller’ no ha dicho nada. El enemigo es España, no Dios.

¿Es todo esto un poco inquietante, o voy al médico?. *Periodista