Demasiadas turbulencias informativas han sacudido durante la última semana el escenario político sobre el que discurre el futuro de la Alta Velocidad y su presencia en Extremadura. Si a las filtraciones nos atenemos, todo apunta a que será la conexión por Badajoz el primer enlace del AVE internacional que conecte Madrid con Lisboa, aunque el ministro de Fomento garantizó ayer al presidente extremeño que aún no hay un acuerdo, si bien España apuesta por ella, y que ésta saldrá de la cumbre hispano-lusa de noviembre.

Esa era la decisión hace una semana, cuando el trazado fue destapado por la prensa portuguesa, y lo era también el pasado viernes, cuando Televisión Española optó por detallar extraoficialmente en sus informativos nacionales el nuevo plan de infraestructuras de Fomento y sus enlaces con Portugal. De esta manera relegaban la agria polémica surgida en Zaragoza por los socavones aparecidos junto a la vía del AVE que unirá Madrid con Lleida, con la consiguiente alarma generada. La televisión pública española mostraba así la cara más amable de las actuaciones del departamento que dirige Alvarez-Cascos, algo que tampoco es una novedad.

Pero de vuelta a Extremadura, con la vital importancia que tiene para el futuro de nuestra comunidad autónoma el paso del AVE, han venido a ser también los hechos presupuestarios ; es decir, las asignaciones anuales para la Alta Velocidad en las cuentas públicas frente a las previsiones de gasto en el plan plurianual de Fomento, un jarro de agua fría de incalculables consecuencias que demuestra dónde tiene un ministerio sus prioridades.

Así, la Alta Velocidad extremeña dejó de percibir vía presupuestaria unos 55 millones de euros desde el 2001, contemplados inicialmente en su programación plurianual. Hasta los diputados del Partido Popular por Badajoz reconocen que el dinero asignado al AVE regional en los Presupuestos Generales del Estado es bastante escaso.

Como todo en la vida, son hechos, y no anuncios, el órdago a lanzar cuando un debate como el del AVE lleva ya demasiado tiempo abierto en una comunidad como Extremadura. Es cierto que una conexión ferroviaria internacional resulta de mucha más complicada definición que cualquier otra, pero no lo es menos que ejecutando presupuestariamente unas partidas de gasto que no son las previstas no se puede vender un proyecto de tanta envergadura.

Va siendo hora de dejar totalmente claro por dónde discurrirá la línea internacional y cuáles serán las paradas de ésta, sobre todo para evitar que unos se hagan ilusiones y otros desesperen, como es el caso de los placentinos, que ya anuncian movilizaciones para evitar su marginación en la red internacional. Un proyecto de tanta envergadura sólo debe cobijarse bajo la transparencia y no ampararse en simples filtraciones interesadas.