Cuando aún no hemos ni siquiera contabilizado los ajustes de las carteras de bonos norteamericanas por la pérdida de rating (calificación de solvencia) de las llamadas monolines (aseguradoras de bonos de empresas), ha entrado en escena otro nuevo foco de esta crisis financiera global: las crecientes dudas sobre las ya famosas Fannie Mae (MAE) y Freddie Mac (MAC), aseguradoras de hipotecas. La contundencia con la que están respondiendo tanto el Departamento del Tesoro (Ministerio de Economía y Hacienda) como la Reserva Federal Fed) pone en evidencia la relevancia de este nuevo episodio de la crisis financiera en Estados Unidos.

Desde el 21 al 29 de julio está prohibida la compra a crédito sin posición (naked short selling) de acciones de 19 entidades financieras. Varias entidades financieras están cambiando, con el acuerdo y apoyo de la Fed, sus criterios de morosidad. También se está negociando cómo introducir progresivamente en sus balances los vehículos de inversión que presentan pérdidas. Y el Gobierno ha pedido un cheque en blanco al Congreso para comprar ±las acciones que hagan faltaO de MAE y MAC para lo cual la Fed abrirá una línea de crédito especial. EEUU ha cruzado el umbral del estado de emergencia de su sistema financiero y, de repente, se ha vuelto socialdemócrata.

¿Dónde queda la ultraortodoxia liberal que afea a Europa su defensa del Estado del bienestar? ¿Y las críticas a la economía zombie japonesa del los 90 por no haber permitido la caída de su sistema financiero? Las pérdidas son tan grandes que hasta para un norteamericano es necesario socializarlas. Las actuaciones son de dos tipos: técnicas y de inyección de dinero, es decir, intervencionistas. Por el lado técnico se está intentando parar la caída en picado de las cotizaciones de los bancos que harían las necesarias ampliaciones de capital, inasumibles por los actuales accionistas y poco atractivas para los nuevos. Por eso se ha prohibido la especulación bajista de las compras a préstamo que, además, ha provocado automáticamente un ascenso espectacular, pero inútil, de las cotizaciones. En los tres primeros días desde su anuncio, el índice S&P 500 financiero ha subido un 21%, destacando MAC, con un alza del 75% (pero todavía está un 85% por debajo de su máximo anual) y MAE, del 96% (pero sigue un 81% por debajo del máximo). Nota: recuérdese que si una acción vale 100 y cae a 5, la caída es del 95%. Si luego sube a 10 ha subido un 100% pero sigue estando un 90% por debajo de su máximo.

Esta auténtica manipulación de las normas del mercado se ha complementado con una permisividad sin precedentes en los cálculos de morosidad para el segundo trimestre del 2008 y en la incorporación en balance de vehículos especiales, todo para hacer más llevables los resultados trimestrales.

Y por el lado intervencionista, el Gobierno americano parece dispuesto a respaldar hasta dónde sea necesario la credibilidad de las dos compañías hipotecarias. ¿Por qué?

Bajo estos dos simpáticos nombres, acrónimos de su significado real (Federal National Mortgage Association, MAE; y Federal Home Loan Mortgage Corporation: MAC), se esconden los dos pilares fundamentales del sistema hipotecario norteamericano. Nacieron a finales de los años 30 como entidades públicas que permitían el acceso a la vivienda a las clases medias y medias bajas, se privatizaron a principios de los 70 y poco a poco han ampliado su objeto social para constituirse en los principales titulizadores (conversión de un préstamo en un activo de inversión) de hipotecas de EEUU.

Multitud de entidades financieras y parafinancieras colocan hipotecas a sus clientes y se las venden a estas compañías, que las empaquetan y revenden, avalando con su solvencia cada emisión. Y esta solvencia se sustenta, sobre todo, en un curioso estatus de entidad privada pero patrocinada por el Gobierno, es decir, no avalada formalmente pero sí aparentemente vigilada de cerca, asumiendo los inversores que en caso de crisis ahí estarán los fondos del Tesoro norteamericano. Entre las hipotecas propias y las que titulizan concentran el 50% del mercado hipotecario estadounidense, es decir, más de 5,5 billones de dólares.

Si MAC y MAE cayeran, el sistema hipotecario norteamericano se colapsaría, arrastrando al resto del sistema financiero y a toda su economía pero, también, la credibilidad de las finanzas, porque medio mundo posee estos títulos. Por ejemplo, el Gobierno chino acumula cerca de 400.000 millones de dólares; Japón, 250.000; Rusia, 100.000, y así hasta más de 60 bancos centrales, porque, según los folletos de venta, ±son tan seguros como la deuda americana, pero más rentables. El Gobierno americano nunca ha ratificado esta frase, pero tampoco ha hecho nada para desmentirla, y sus principales bancos de inversión (de nuevo ellos como primeros difusores de los males norteamericanos) han utilizado profusamente este argumento. Y además de bancos centrales, estos títulos están en las carteras de aseguradoras, administraciones públicas, fondos de pensiones... ¡Era una inversión segura! En cualquier caso, una vez que se declara un estado de excepción nunca se sabe cuándo ni dónde se acaba. Ojo con lo que pase este agosto con la economía norteamericana, su deuda y el dólar. A lo mejor estamos cerca del final de su hegemonía.

*Consultor. Socio de Europraxis.