Tras los muros de cada casa se esconde una historia. Y a veces, no una historia romántica sino una tragedia. Como la que viven esas 22 familias cacereñas que han visto estafados sus sueños. Son familias humildes, trabajadoras, que han ahorrado unos euros para hacer realidad el sueño de millones de españoles: tener una casa propia. Pero esos sueños se han truncado para ellos. Vivieron ilusionados el comienzo de lo que parecía ser su futuro hogar: casas unifamiliares de protección oficial en el polígono Montesol por la Ronda Norte de Cáceres. Desembolsaron todos los ahorros que pudieron recaudar para adquirir la que sería su primera vivienda. Entregaron varias decenas de miles de euros al promotor que debía hacer realidad esos sueños. Pero a cambio sólo obtuvieron un falso contrato. Aún hoy contemplan consternados cómo la construcción de sus futuras casas está parada desde hace mucho tiempo. La sombra de la quiebra del constructor ha dado al traste con sus ilusiones. Se llevó sus ahorros y parte de sus vidas. Desesperados, acudieron a la prensa, a abogados, a la alcaldesa, a la Junta. Las consecuencias de todo esto no se han hecho esperar: personas sumidas en una profunda depresión, frustraciones, matrimonio con niños teniendo que vivir en una caravana, gente endeudada y sin saber si va a recuperar su dinero y su vivienda.

Como veían que las casas se estaban edificando, algunos de los afectados no prorrogaron sus contratos de alquiler y ahora pueden verse en la calle. Esperanzas esfumadas, sueños rotos, ilusiones imposibles de parejas jóvenes, nubes negras, espesas, amenazando una gran tempestad en sus vidas. Estas familias no han pretendido lucrarse, no han invertido sus ahorros en sociedades que prometían altos beneficios a cambio de riesgo, no. Ellos no pretendían especular, aspiraban a un techo para vivir, algo natural a lo que todas las personas tenemos derecho. ¿Cómo se puede combatir a estos especuladores de sueños?